Pequeña ficción
Reseña mítica del barrio de El Prado
actualmente ubicado en la ciudad de Montevideo
Por la esquina de Buschental y Gaetán pasa, los lunes y los jueves a las siete menos cinco, un individuo bajito de bigote desparejo. Quienes frecuentan la esquina algunas veces lo saludan. Pero la verdad es que nadie sabe quién es.
Él responde, de manera invariable, con una inclinación de la cabeza y una sonrisa oblicua; aunque algunos vecinos sostienen que el hombre no sonríe sino que es el desigual recorte y la disímil longitud de su bigote lo que crea esa ilusión.
Hernán Arregui es tal vez quien más ha frecuentado la esquina mencionada. Allí tuvo fugaces encuentros con una joven de la zona; y allí permaneció después de padecer un amargo desengaño. Incluso cuando el grupo de amigos que se reunía en dicha esquina fue disolviéndose con los años, él continuó acudiendo al lugar, transformándose poco a poco en un ser incierto, espectral.
Se sabe que en una ocasión Hernán volvió del cine afirmando que el hombre que pasaba por allí era un conocido actor, y que él mismo lo había visto esa tarde en el papel de un ser perverso y repugnante, doble agente y contraespía.
Dispuesto a consolidar su descubrimiento permaneció firme en el lugar hasta las siete menos cinco, cuando el hombre volvió a pasar, y confirmó que sí, que se trataba de él, aunque en la pantalla lucía algo distinto, seguramente por el maquillaje; sin embargo, su chaqueta era la misma. Era él.
El desconcertante hallazgo y su casi inmediata constatación hicieron, por razones difíciles de conjeturar, que Hernán frecuentara cada vez menos la esquina.
Muchos repudiaron la fama que adquirió el desconocido, adjudicándole cada uno la que más le venía a cuento. Pero nunca se pudo determinar quién era en realidad.
Algunos vecinos sostienen que el hombre sigue pasando por allí, los lunes y los jueves, a las siete menos cinco, pero Hernán Arregui hace años que abandonó su interés en él y dejó de frecuentar el lugar. Tanto es así que hay muy pocos testimonios que recuerden haberlos visto a ambos al mismo tiempo, y esto ha venido a derivar en otra teoría: el hombre petiso de bigote desparejo no es otro que el propio Hernán Arregui.
Reseña mítica del barrio de El Prado
actualmente ubicado en la ciudad de Montevideo
Por la esquina de Buschental y Gaetán pasa, los lunes y los jueves a las siete menos cinco, un individuo bajito de bigote desparejo. Quienes frecuentan la esquina algunas veces lo saludan. Pero la verdad es que nadie sabe quién es.
Él responde, de manera invariable, con una inclinación de la cabeza y una sonrisa oblicua; aunque algunos vecinos sostienen que el hombre no sonríe sino que es el desigual recorte y la disímil longitud de su bigote lo que crea esa ilusión.
Hernán Arregui es tal vez quien más ha frecuentado la esquina mencionada. Allí tuvo fugaces encuentros con una joven de la zona; y allí permaneció después de padecer un amargo desengaño. Incluso cuando el grupo de amigos que se reunía en dicha esquina fue disolviéndose con los años, él continuó acudiendo al lugar, transformándose poco a poco en un ser incierto, espectral.
Se sabe que en una ocasión Hernán volvió del cine afirmando que el hombre que pasaba por allí era un conocido actor, y que él mismo lo había visto esa tarde en el papel de un ser perverso y repugnante, doble agente y contraespía.
Dispuesto a consolidar su descubrimiento permaneció firme en el lugar hasta las siete menos cinco, cuando el hombre volvió a pasar, y confirmó que sí, que se trataba de él, aunque en la pantalla lucía algo distinto, seguramente por el maquillaje; sin embargo, su chaqueta era la misma. Era él.
El desconcertante hallazgo y su casi inmediata constatación hicieron, por razones difíciles de conjeturar, que Hernán frecuentara cada vez menos la esquina.
Muchos repudiaron la fama que adquirió el desconocido, adjudicándole cada uno la que más le venía a cuento. Pero nunca se pudo determinar quién era en realidad.
Algunos vecinos sostienen que el hombre sigue pasando por allí, los lunes y los jueves, a las siete menos cinco, pero Hernán Arregui hace años que abandonó su interés en él y dejó de frecuentar el lugar. Tanto es así que hay muy pocos testimonios que recuerden haberlos visto a ambos al mismo tiempo, y esto ha venido a derivar en otra teoría: el hombre petiso de bigote desparejo no es otro que el propio Hernán Arregui.
Hernan practica Shorin Ryu en la escuela Kyudokan del Prado.
ResponderEliminarMal hace. Debería practicar Shorin Ryu Matsubayashi.
ResponderEliminarERROR !!! donde quedo el arte del Jeet Kune Do?
ResponderEliminar¿Jeet Kune Don? No sé muy bien qué es... tengo idea de que es una coreografía cinematográfica inventada por un actor yankee que bailaba salsa, para hacer películas de chinos.
ResponderEliminarInteresante.... hay mucho "cuento chino" suelto por ahi, que se hace la estrella practicando algo que NO aprende, pero, ladran Sancho señal.....
ResponderEliminarKuai Chang Caine se acerca y dice 'Era Cha cha cha, no salsa'.
ResponderEliminarhola, buena tu pasada por mi blog
ResponderEliminarhabía un tal arregui que pintaba y muy bien será algo del protagonista? salutis
Pensando, Basilia, si lo tenía a ese Arregui que mencionás, me vino un recuerdo vago (amén de la constatación de que a Arregui no lo tengo) de un artista uruguayo que tiene un cuadro que se llama algo así como Proceso de autorretrato y que recuerdo que me impactó mucho. Estaba compuesto por varios bocetos de un autorretrato (supongo yo), superpuestos en parte. Se llamaba algo así como Castelli o Castellini...
ResponderEliminarDespués llegué a ver una composición un poco más extraña que se llamaba algo de la obtención de la Piedra Roja; pero esa la vi en una revista.
¿No te suena quién puede ser?