Por razones que en este momento no interesan, ocurren tres cosas: Me he estado volviendo alguien hacendoso; Lavo la cocina; He decidido utilizar guantes para hacerlo.
Ayer fui al supermercado. Necesitaba reponer los viejos guantes que habían ganado una gomosidad blanda y pegajosa en la yema de lo que, en una mano, serían los dedos correspondientes al que peló el huevo y al que le puso sal.
La góndola ofrecía guantes FUNSA, y si bien, es cierto, costaban un poco más, les apliqué el porcentaje de descuento por industria nacional y los llevé.
Cuando los saqué de la bolsa no me arrepentí. Comprobé, con una alegría moderada, su consistencia. Alegría es exagerado. Algo leve. Muy leve. Pero fausto al fin. Tenían olor a goma de verdad, apenas un grado por debajo de la toxicidad, como debe ser. La parte de la mano en sí era azul y más gruesa, como reforzada; tenían buen peso. Eran algo.
Me los encajé y tuve la misma sensación que si me hubiera puesto dos cámaras de auto.
Sensibilidad: muy cercana al cero absoluto. Rompí un vaso. Casqué el borde de un plato. Gasté cuarta botella de detergente (industria extranjera) de tanto apretar la esponja, y todo quedó más o menos sucio como siempre.
Entonces, sí, me arrepentí (un poco, nomás, que no da para tanto), y entendí que la calidad es una cualidad hermanada a la necesidad. Fue, sin embargo, lo admito, una experiencia casi espiritual, al hallarme, como me hallaba, privado de todo estímulo exterior y confinado a las entrañas de mi interioridad (o de mis guantes), imaginando cómo serían los aparejos que pasaban en esos momentos por mis dudosas manos.
Ahora, están ocurriendo tres cosas: Dejaré de usar guantes; Lavaré la cocina ad libitum (ergo nunquam); Me convertiré en alguien menos hacendoso.
Recomendación: si por razones que no interesan, te has vuelto hacendoso, y limpias la cocina con ácido, compra guantes FUNSA.
Ayer fui al supermercado. Necesitaba reponer los viejos guantes que habían ganado una gomosidad blanda y pegajosa en la yema de lo que, en una mano, serían los dedos correspondientes al que peló el huevo y al que le puso sal.
La góndola ofrecía guantes FUNSA, y si bien, es cierto, costaban un poco más, les apliqué el porcentaje de descuento por industria nacional y los llevé.
Cuando los saqué de la bolsa no me arrepentí. Comprobé, con una alegría moderada, su consistencia. Alegría es exagerado. Algo leve. Muy leve. Pero fausto al fin. Tenían olor a goma de verdad, apenas un grado por debajo de la toxicidad, como debe ser. La parte de la mano en sí era azul y más gruesa, como reforzada; tenían buen peso. Eran algo.
Me los encajé y tuve la misma sensación que si me hubiera puesto dos cámaras de auto.
Sensibilidad: muy cercana al cero absoluto. Rompí un vaso. Casqué el borde de un plato. Gasté cuarta botella de detergente (industria extranjera) de tanto apretar la esponja, y todo quedó más o menos sucio como siempre.
Entonces, sí, me arrepentí (un poco, nomás, que no da para tanto), y entendí que la calidad es una cualidad hermanada a la necesidad. Fue, sin embargo, lo admito, una experiencia casi espiritual, al hallarme, como me hallaba, privado de todo estímulo exterior y confinado a las entrañas de mi interioridad (o de mis guantes), imaginando cómo serían los aparejos que pasaban en esos momentos por mis dudosas manos.
Ahora, están ocurriendo tres cosas: Dejaré de usar guantes; Lavaré la cocina ad libitum (ergo nunquam); Me convertiré en alguien menos hacendoso.
Recomendación: si por razones que no interesan, te has vuelto hacendoso, y limpias la cocina con ácido, compra guantes FUNSA.
hay unos NUEVOS! guantes rosados muy recomendables...
ResponderEliminar(hombre hacendoso vale por 3)
Mmmmm... ¿rosados?
ResponderEliminar¿son buenos?
mire, ¿No se dio cuenta que la mayoría de los detergentes vienen con cualidades nutritivas para el cuidado de las manos de la señora???
ResponderEliminarEso es porque, zeta, gato con guantes no caza ratones. Ahora ud lo sabe.
Claro, el día que se ponga más hacendoso y empiece a lavar el baño ahí sí agradecerá los guantes funsa.
Vamos, no tema enrojecer esas manos por lavar unos platos más. como dice león gieco: "no se necesita, dice maría, tener las manos blandas para ser mujer"
En fin, no se si aplica muy bien, pero...
Bueno, no aplica muy bien, no, pero sirve.
ResponderEliminarMe vienen bárbaro estos consejos que dejan Basilia y Circe.
Ahora, desde mi ignorancia permíteme, Circe, dudar de un detergente que le nutra la mano a la señora.
Admito que mi universo es diferente al del público apuntado por ese postulado, pero en él, o es detergente, o le nutre a la señora la mano. No puede desengrasar y remover todo vestigio de actividad biológica y a la vez nutrir un tejido vivo (y bello).
A menos claro que en esa botellita azul con diseño de los setenta esté encerrado finalmente el secreto de la reunión de los opuestos, ying y yang, ouroboros, muerte y resurrección, cielo y tierra, agua y fuego, rémora y salamandra, águila y león, himeneo que recibe al macho y a la hembra, fuera y dentro, el universo en uno, uno en el universo, azufre y mercurio. Pero no lo creo. Por el precio.
Tiene razón.
ResponderEliminarLo mismo me preguntaba acerca del shampoo que actúa en la raíz grasa y las puntas secas... a la vez.
cuanto comentario por unos guantes!!! chicos no siempre a las mujeres les gustan las manos suavecitas!! aparte por lavar un vaso un plato y dos cubiertos no creo que dañe tanto la manitas, a no ser que trabaje en un bar, que no este el caso !! con guantes o sin ellos se pueden hacer cosas mejores, ahora atentar contra la industria nacional!! eso si que NO!! sino deberíamos empezar por el estado y ahi nos vamos todos....
ResponderEliminarlos guantes son para nenas.
ResponderEliminarRodia, que poco tacto el tuyo, no sera que usas guantes muy seguido??
ResponderEliminarKuai Chang Caine pasaba por ahí y escuchó una conversación sobre guantes y dijo:
ResponderEliminar'Los guantes de box no'.
Se marchó silenciosamente antes que los interlocutores le tiraran con algo.
Kuai Chang Caine , anda casi por todos lados, olfato que le dicen ...pero no corras , los guantes no te persiguen.
ResponderEliminarHe estado meditando, Circe, acerca de la observación de que debía extender mi hacendosidad a otras coordenadas de la geografía doméstica. En un principio mi reacción fue decirme que toda hacienda tiene sus límites, y la mía no ha de ser excepcional. Con el tiempo, reflexionando, esta sospecha inicial se afirmó. Sin embargo, no sé; he comenzado a dudar...
ResponderEliminarBien aventurados los que dudan! Hombres que piensan,! circe, por que dudar de lo que no conocemos? y mas aún el dia al empezar es desconocido,!! vamos que la geografía hogareña no les amilane, aventúrense, otras batallas sugieren ser mas imponentes, para la igualdad de generos.
ResponderEliminarOiga, Zeta, que no soy una Sibila!
ResponderEliminarSi yo no conozco su hacienda, mal podría decirle hacia dónde, con qué frecuencia e intensidad extender su afán de limpieza.
Mi observación se refería a los guantes: Llegado el caso de enfrentar tareas más engorrosas, agradecerá tener un par que le quite sensibilidad a sus manos.
De todas formas, parece ser una preocupación para ud. por la interpretación que le dio a mi frase. Me alegra que lo ayudara a meditar en el tema.
Araucana, primero no entiendo qué me quiere decir con eso de “circe, por que dudar de lo que no conocemos?” En general dudo de todo, pero no sé cómo se aplica esta charla y segundo, referido al tema, según un amigo soy “diestra ejercitante de explicaciones en torno al entendimiento de menudencias” (sic)
Así que sepan disculpar.
Tampoco yo entendí lo que quiso decir Araucana.
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