domingo, 17 de abril de 2011

Sencillez y meditación

al vez aquello que hemos de entender no esté tan lejos de nosotros. Una mente creída piensa que sí y por ello elabora grandes principios, grandes teorías. Una mente así es compleja y, la mayoría de las veces, sólo pretende impresionar con sus talentos y habilidades. Su falta de implicación en la vida real es total, ya que su fuerza especulativa es mayor que su anhelo de verdad. Su disposición con respecto a la conducta humana es de dominio y subyugación, tornándose por tanto muy importante para ella la información conclusiva.»

s de vital importancia no dejarse atrapar por este tipo de mente que brilla sin luz propia y por ello debemos estar muy atentos a la propia realidad. La mente sencilla no parte de lejos, pues entiende que de nada sirve la proyección psicológica, puesto que para ella lo más importante es observar sus propios movimientos en sí misma, muy de cerca y con inmediatez. De esta manera descubre la realidad y advierte que la comprensión no tiene límites. Sólo la mente sencilla puede entrar en meditación. La mente creída lo pretende, pero no lo consigue. La sencillez permite la observación y en ella ocurre la meditación que está más allá de todo ritual y creencia.»


Así termina Antonio Calleja su libro El proceso humano. Cada oración es un tesoro por descubrir.

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