viernes, 11 de abril de 2014

¡Festejen, uruguayos!

UR - Melodrama biológico
Novela de: Leandro Delgado



Ur es el primer libro maldito real, de carne y hueso, que tengo en mis manos. Conviene saber de antemano que hay una voz ahí adentro. Una voz que va leyendo cada palabra meticulosamente. Una voz grave y casi mecánica. La letanía de alguien que no entiende lo que lee, o no le importa, o quiere darme tiempo para que yo comprenda. Ur es producto de un Pacto, un Acuerdo consciente o subconciente. Esto es evidente a las pocas páginas. Pero no tengas miedo, eso pasa. Durante unos días vas a tener sueños por las noches, y a veces durante la vigilia. En ocasiones la voz puede salir del libro y empezar a contarte otras cosas. Pero todo eso, a los pocos días, pasa.

Asusta un poco el vértigo al imaginar todo lo que hay detrás de cada página, comprimido. Asusta pensar en el autor. El vacío que habrá sentido en torno a su escritorio cuando, al final, levantó la vista con el lápiz todavía incrustado en los dedos y se quedó en blanco, con una sonrisa hueca. Y escuchó el silencio. El frío. Quizá Delgado tenga mucho aún para escribir, porque es un escritor que muta. Pero esa multitud no está dentro de Ur. Para bien, o para mal, se dio la circunstancia, singularísima, de que pudo decirlo todo.

Ur es un libro tan poderoso que destruye todo lo que lo sustenta. No es posible una continuidad después de esta novela de Leandro Delgado. No es posible una proliferación de su propuesta. Es perfecta, y destructiva como toda perfección. Como el arca guardada en el sancta sanctorum del templo, destruye todo a su alrededor. Pero se trata de una destrucción nutritiva, amorosa en última instancia, cuyas moléculas esparcidas serán abono para algo completamente diferente. He ahí, si te parece aceptable, la continuidad que ofrece.

A medida que leo, o escucho lo que esa voz sobrenatural va leyendo, siento en mis brazos y en mi vientre el esfuerzo físico de la escritura, siento que el libro está escrito con sangre, con tripas, con pedazos del autor, que lo han abandonado.

Es un libro que parece escrito durante décadas, pero también parece escrito por un principiante. Un ingenuo. Porque sólo la inocencia es capaz de acometer una tarea tan descomunal. Y aunque la contratapa da cuenta de una larga trayectoria literaria que atribuye a Delgado, la sacra ingenuidad es innegable. Porque no existe otra posibilidad. Porque solo en la mente del principiante pueden existir tantas opciones, mientras que en la del baquiano hay apenas unas pocas.

Escribir es difícil. Escritor es el individuo al cual escribir le cuesta mucho más que al común de las personas. Pero por sobre todo es difícil escribir un libro así, en una dimensión diferente.

Ur es un lugar en busca del cual parte un grupo de extraños personajes: un capitán telépata al mando de una nave inteligente, un clon lleno de cuestionamientos existenciales, un par de mellizas devenidas siamesas, un gigante y su enamorada, una vaca sentimental. No se sabe muy bien por qué van a Ur, ni si es posible llegar, ya que está ubicado en otra dimensión. Así resumido no debería despertar ningún deseo de lectura; más bien un aburrido escepticismo. Sin embargo, eso sería un terrible error. Parte del misterio de Ur es que esta historia funciona maravillosamente. Ur es mucho más que su descripción.

Ur tiene el don de hablar a cada uno sobre cosas distintas, como los mitos inmortales. A mí eligió hablarme sobre literatura; sobre la creación literaria, y sobre la escritura como sustrato de la realidad.

Aquí todos los personajes parecen una descomposición del creador literario: el capitán telépata, sin más nombre que su función directriz, tratando constantemente de meterse en la piel de otras criaturas y sentir desde su perspectiva, intentando conducir la nave hacia un lugar que no sabe muy bien dónde está, es claramente el aspecto más consciente de la creación: el autor tratando de escribir la obra, de conducir la nave.

La nave, la obra misma, obediente a las órdenes recibidas, pero con autonomía creciente, parece en cualquier momento al borde de mandarse por su cuenta, fuera de control, porque de última sabe más que el capitán sobre lo que debe hacerse y cómo hacerlo. 

El clon, con recuerdos implantados, creado adulto de repente, es demasiado parecido a un personaje literario, inventado para la obra, con recuerdos impostados. Las siamesas: la búsqueda del alma gemela, que es también la búsqueda del lector ideal, porque ¿para quién y para qué, sino, escribe uno? El texto está repleto de marcadores que sugieren esta semántica: las gemelas, por ejemplo, se unen (siamesarizan, dice Delgado) en un atardecer especial -eso es muy romántico- y a partir de ahí cargan el karma de ese instante, hasta la separación. No voy a profundizar esto, pero está por todo el texto. Otro: un escritor que se escinde de su misterio poético, las causas y lo que ocurre con cada parte; el gigante que es quizá el personaje más humano (irónicamente, el único), es el melodrama. Se ha dicho que toda historia es policial. Yo creo que toda historia es melodrama. He ahí el gigante, la mecánica de la narración. Ur: una creación poética, un verdadero planeta de clase Ur.

Pero Ur es, sobre todo, una historia muy divertida que se lee casi de un tirón. Sokon m ha establecido que Ur es muchas cosas. Coincido. Hay en él un sentido alegórico, un sentido analógico, uno anagógico, y posiblemente muchos más.

Los defectos: la identificación de Ur con Montevideo fracasa rotundamente, pero es mejor así, porque Montevideo ya no tiene nada que ver con esta historia, si es que en algún momento lo tuvo. Hay salidas de tono que parecen chistes innecesarios; pero en una obra de esta calidad podemos asumir que quizá, estas excrecencias no las estamos leyendo en el registro correcto. Dicho de otro modo, quizás existe un registro en el cual no sean salidas de tono.

Por otro lado, no hay una palabra que no tenga peso (y aquí vuelvo a la creación como tema central de Ur). La literatura es importantísima en este libro. No es, ni intenta ser, un sustrato transparente e inocuo que viabiliza la manifestración, una especie de éter, sino que es el UNO del cual todo procede por adaptación y especialización y diversificación, como sostiene la tabula smeralgdina. De hecho, si Ur se hubiera publicado en el siglo XVII, sería un hermoso grimorio sobre alquimia.

No es habitual que se publiquen libros como Ur en Uruguay, ni en otro lado. Es un privilegio al que no deberías renunciar.

4 comentarios:

  1. Muy buen comentario Zeta, quiero decir que es edificante para mí leer sus palabras profundas.
    Yo creo que Leandro logra una comunicación real, tangible en Ur. Hay una novedad en Ur que provoca un cambio, tañe una cuerda nueva en el lector que desea ser tocado en algún punto.
    Quiero señalar una discrepancia disparatada con Ud, mi admiradísimo camarada. Una discrepancia de fondo. Una discrepancia insalvable como un abismo o un río sin la otra margen. Una discrepancia enervante y absurda, como una aceituna en un helado de maracujá.
    A mí la identificación de Ur con Montevideo, me parece feliz y exitosa.
    Me gusta. En mí, es parte de la comunicación honda, revulsiva de esta novela. Y para el autor parece ser una motivación importante. Quiero decir, como si la novela intentara dilucidar también una cifra de la (misma/otra) criatura que es Montevideo. Y pudiera ser que un producto creativo así motivado no necesariamente tendría que contener el nombre de una motivación. Pero esa carnalidad, desnudez, inquietud, esa contingencia, es virtud, es posibilidad, es humanidad y belleza.
    Lo saludo con admiración y respeto.

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  2. Sin ánimo de terciar en la polémica con jk, sólo me interesaba agradecerle, sin excesos, sus conceptos certeros e iluminadores. Me resulta significativo todo aquello que expresa subordinado entre comas, así como al pasar, como menos advertidamente. Se lo comento como una digresión apenas. Empiezo.

    Me pregunto a qué se refiere con “maldito” en este caso. ¿Por qué no “bendito”? ¿Le negamos al texto que nos habla su condición de alma que sólo llega para ofrecer? ¿“Bendito” implicaría una superpresencia avaladora y benéfica de la circunstancia creadora que aquí estaría ausente? Me gustaría que me aclare el punto.

    No entiendo mucho cuando dice que en Ur no está todo, pero al mismo tiempo el autor “pudo decirlo todo”. Se lo pregunto porque vierte estos generosos conceptos uno a continuación del otro, por lo cual no lo adivino como una contradicción sino como algo que no entiendo del todo.

    Ojalá me quede mucho aún para escribir. Aunque eso no debería preocuparme. ¿Debería preocuparme, Zeta?

    Sobre el comentario del libro como una destrucción creadora, no puedo menos que regocijarme. Gracias, gracias.

    Pero lo que más me gustó, lo que me emocionó, fue la observación, la impresión más bien, de que el libro habría podido ser escrito por un principiante, un ingenuo, dice Ud. No hay mayor elogio para mí. Y es tan clara su explicación… Y sí, también fue escrito durante décadas. Pero en cuanto a la ingenuidad del principiante, es Ud. el que insiste, le recuerdo, en mi condición de “iniciado”, concepto que no termino de entender pero que, en este caso, lo comprendo como para alguien que se encuentra siempre al comienzo de un camino (o al final de otro), por lo cual me surge la duda, íntima, inquietísima, del arcano que me corresponde en este caso, ¿el loco o el mago? Ud. que es mago podría darme esta respuesta.

    Me alegro enormemente que Ur le haya hablado de literatura y quedé atónito con su interpretación, no pude menos que estar de acuerdo, movía la cabeza y me decía: sí, claro, sí…!

    No voy a decir mucho sobre la oportunidad de la presencia montevideana, así como tampoco sobre la oportunidad de chistes fuera de lugar. Déjeme decirle que la observación no me resulta extraña, así como que esa crítica provino también de otros lectores. Pero fíjese que eso sucede con algunos lectores pero con otros no. Entonces creo que Ur no es abarcable en todos sus sentidos y algo siempre escapa, o siempre vemos un pedazo de la montaña, pero nunca entera, sin ánimo de ser modesto y en lo que a mí me pueda corresponder.

    Por último, felicitarlo por el uso valiente y honesto de la segunda persona. Le queda mucho mejor que al gordo Lanata.

    Salud,
    astllr

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  3. Eso del río sin la otra orilla sería bellísimo si el Río de la Plata no fuera tan evidente. Me conmovió, al principio. Con respecto a Montevideo, tiene razón, lo voy a cambiar; no quiero discrepar con usted, máxime teniendo como tiene una participación destacada en la novela, usted y toda su troupe.

    Sabe, astllr que eso mismo me pregunté yo, ¿por qué un libro maldito? ¿por qué no un libro bendito? Podría serlo. Pero me parece que el efecto de Ur es, en cierto grado, impropio de un libro, y por lo tanto no debería corresponder a un libro bendito, suponiendo que nos ponemos de acuerdo sobre lo que eso debería ser. No quise ofenderlo. No se sienta mal. Qué le va a hacer...

    Con respecto a la confusión, lo que quise decir es que Ur no hace pensar en una multitud de cosas por venir, porque la sensación es de que todo está dicho. Sólo eso.

    Usted es un iniciado, y guardo la esperanza de que algún día me lo confiese, cuando sea el momento. Y que ese momento llegue.

    Por otro lado estoy totalmente de acuerdo con usted, sokón, ¿qué le parece?

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