Abelardo CastilloEl que tiene sed
«El que tiene sed» es una novela poco convencional, en la cual Abelardo Castillo presenta la historia de un escritor alcohólico, Esteban Espósito, contada por él mismo. Varias imágenes de la novela tienen una fuerza que hace pensar que la biografía del propio autor ha enriquecido estas páginas. El título es muy adecuado, ya que en ningún momento se ofrece al lector un motivo que haya llevado al protagonista al infierno del alcoholismo. Bebe, como bebe el que tiene sed. Y punto.
Cada capítulo presenta una anécdota que no continúa en otro capítulo. Estos episodios están separados por una cantidad de tiempo imprecisa, brumosa, como corresponde a la mente del alcohólico relator. Las fechas y hasta las épocas se confunden. Castillo ofrece como referencia la edad de Esteban Espósito, que éste suele recordar con sospechosa frecuencia con frases como “un ecritor de treinta y siete años que iba a ser famoso“, o cosas por el estilo. Y así sabemos que al comienzo de la novela tiene 31, y al final 39.
«El que tiene sed» está relacionada con «Crónica de un iniciado», quizás la obra más famosa de Castillo. El protagonista de ambas es el mismo, Esteban Espósito, y se supone que durante el tiempo que transcurre en «El que tiene sed», Espósito escribe «Crónica de un iniciado». Hay un buen número de referencias de una obra a la otra, lo cual se explica pues «Crónica…» fue escrita antes, durante y después de «El que tiene sed». Ambas obras pueden leerse en forma independiente sin ninguna dificultad (dicho esto de un modo genérico, ya que en no pocos pasajes la lectura de cualquiera de estas obras presenta dificultades, aunque no por eso se deje de disfrutar). Baste saber que «Crónica de un iniciado» relata un día de la vida de Espósito, cuando tenía 27 años y viajó a Córdoba para una conferencia, recordado muchos años después.
A través de estos capítulos independientes, Castillo nos hace presenciar la caída y degradación del joven escritor, quien no es un fracasado, sino que ha alcanzado algún éxito y es frecuentemente invitado a conferencias.
La claridad de la narración también se deteriora a medida que avanzamos en la lectura y el alcoholismo de Esteban se agudiza, lo que hace suponer que Esteban escribe (o graba en una cinta) lo que está contando, en un momento cercano al que ocurrieron los hechos.
Para guiar al lector que no tiene por qué conocer ciertos detalles de la enfermedad que sufre su personaje, Castillo hábilmente introduce datos clínicos sobre el alcoholismo, a modo de extractos de libros técnicos, lo cual es un recurso siempre ameno.
Otro interesante hallazgo del autor, que constituye quizás el núcleo central de la novela, es el momento en que Esteban tiene la posibilidad de observarse a sí mismo en el pasado. En realidad, de hablar consigo mismo, con el que fue. Castillo arma esta escena utilizando una cinta que el propio Esteban había grabado, con un cuestionario de evaluación del grado de deterioro mental, dirigido a sí mismo en el futuro. Es el único momento en el cual podemos ver a Esteban como es en realidad, a través de la cinta.
Otro momento clave (y quizás aquí es en el único lugar en que «Crónica de un iniciado» tiene alguna relevancia, aunque menor) son las charlas de Esteban con el doctor Miguel, director del manicomio donde el escritor se interna voluntariamente.
La voz de este doctor resulta sospechosa. Castillo lo presenta, la mayor parte de las veces, escrutando un globo terráqueo con una lupa, lo cual hace pensar en una divinidad extraterrena preocupada por la marcha de sus pequeñas criaturas.
A quienes hayan leído «Crónica…», los diálogos entre Esteban y Miguel, le recordarán los que el escritor mantenía con el diablo. Sin embargo, el carácter y hasta el propio nombre del simpático –porque es simpático, cosa que no era el otro personaje– médico, hacen pensar en una deidad bondadosa, en particular en el Arcángel Miguel, vencedor del diablo.
Quizás aquí, en este personaje esté la justificación de estas dos obras. De por qué no es suficiente «Crónica de un iniciado». Castillo parece querer contrastar ambos personajes, todo esto a un nivel muy muy sutil, por supuesto. Lo que en la literatura de Castillo tan llena de ambagues termina resultando terriblemente directo.
Castillo dice más de una vez (sobre todo en «Crónica…») que el bien y el mal son una única cosa a la que correspondería llamar Mal. Sin embargo, el carácter de Miguel (e incluso su profesión ya que es médico, en tanto que el otro personaje era un profesor, un astrólogo; y hago hincapié en esto porque la idea de profesor transmite un carácter mucho más intelectual, y Castillo le atribuye al diablo y al mal un carácter intelectual) y su intervención (del Doctor Miguel) son redentores en varios sentidos. O quizás no, ya que al final, Esteban termina su libro, cosa que hace con algún tipo de ayuda del médico; lo que parece cerrar el Pacto que hiciera 11 años atrás.
En definitiva, es un libro interesante, con varias partes que parecen superfluas incluso después de una relectura. No alcanza la calidad de «Crónica de un iniciado», pero enriquece, de algún modo, aunque sea a modo de epílogo, la lectura de aquel. Presenta un estilo de escritura similar, que en principio, parece adecuado sólo para el monólogo de un borracho (y eso es lo que es).
Yo leí ese libro. Me dio medio asco. Página 20. De El Iniciado creo que leí menos todavía. Todo muy humano.
ResponderEliminarSí, querido Rodia. Y, sin embargo, no tanto.
ResponderEliminarHola. Me da gusto saber que lees a Abelardo Castillo. Pocos lo conocen, y dbe ser junto a Piglia el autor más importante vivo de Rrgentina. Yo tengo el privilegio de haberlo entrevistado en Buenos Aires, en su casa de Hipólito Irigoyen. Ahí conocí también a su mujer, la escritor Sylvia Iparaguirre. Llegar a Castillo es complejo, porque trabaja de madrugada y duerme de día, y tiene fama de ogro. Pero llegué a él gracias a la ayuda de otro escritor argentino, con quien hacía la mítica revista El Escarabajo de Oro, Vicente Battista. Castillo es una persona de una sabiduría literaria impresionante. Esa entrevista fue publicada hace algunos años en la revista Cultura&Tendencias de Chile. Suerte en tu blog.
ResponderEliminarBienvenido, Lino. Me encanta este aporte que haces y que alimenta la mítica figura de Abelardo Castillo.
ResponderEliminarPorque, más allá de ser como tú dices uno de los más importantes escritores vivosde la Argentina, es uno que seguro va a convertirse en leyenda.
Nos gustaría leer tu entrevista (más ahora que te has encargado de crear, en tres palabras) toda la atmósfera que rodea su celebración. Si está disponible en algún link, por favor avísanos.
Saludos y estamos en contacto
Saludos Zeta,
ResponderEliminarConocí a Abelardo Castillo gracias a una serie de casualidades. Me introdujo a él mi novia tucumana y poco después leí una interesante entrevista en la revista cultural Lilita. Encontré un autor fascinante, lleno de matices.
Un abrazo
Que exista un escritor como Alberto Castillo es bueno.
ResponderEliminarHaber descubierto su obra, una gran suerte.
Contar con gente que, por determinada circunstancia lo conoció personalmente y comparte con nosotros la impronta que dejó en ellos, no tiene precio.
De alguna forma están comenzando a construir la leyenda Castillo.
See you, análogo.
Leí por primera vez a Abelardo Castillo en el exterior. Mi primera aproximación se dio a través de "El evangelio según Van Hutten". En un estilo más que coloquial, llegué a anotar lo siguiente: "Más bien malo, se le cae el libro, la trama, no aprovecha a Van Hutten (que es lo más interesante). La historia con la mujer no reporta aucun intérêt. Además, lo que podría ser un gancho termina aburriendo: abusa de una intriga tonta, cosas que sugiere pero no dice y que cuando al fin las dice, no tienen fuerza ni interés."
ResponderEliminarDos años después, por un automatismo cada vez más agravado, compré en Piriápolis, a un precio indigno de la obra, "El que tiene sed". Mi sorpresa fue tan grande que me vi tentado a releer el evangelio apócrifo. Al contrario que a Rodia, no me pareció humano. Y no me pareció no porque hubiera un acto de elevación, una sublimación posible, sino por todo lo contrario, porque el personaje principal, alter ego de, se va hundiendo, deshumanizando.
Y dejando de lado la temática, me impresionó en gran medida el estilo, que pareció brillante. Además de la fuerza del relato. Es tal el juego que hace con el tiempo narrativo y con los referentes discursivos, buscando una desorientación cognitiva que logra sin esfuerzo, que, en mi caso, al llegar a la parte del mensajero, ese "Certificado de locura, boludito de la luna. Pasaporte al manicomio" me dio miedo, reacción curiosa frente a un texto.
Porque, justo es decirlo, no es sólo "el monólogo de un borracho" (aunque lo sea), mucho menos la historia de un borracho. Leer "Cartero" de Bukowski, o cualquiera en la que participe Chinaski, puede dar la idea de la distancia entre ambos alter egos.
No leí aún "Crónica de un iniciado".
PS: muy buen post para comenzar el blog.
Ahora que pienso, "El que tiene sed" lo leí todo, me lo prestó el comentarista anterior. Pf. El iniciado sí: página 3. No entiendo que le ven. Prosa enredada, no sé. Pero nada, que a mí no me gusta un tipo de literatura, se ve que soy medio negado, pero las oraciones máximo de 12 palabras. Más no.
ResponderEliminarGracias Jahey.
ResponderEliminarCuando leí «Crónica de un iniciado» quedé muy impresionado. Y quedé, además, con la sensación de que estaba ante una obra que iba a perdurar en el tiempo. Pero claro, es un libro que se escribió durante treinta años. Así es más fácil.
Nos quedamos sin saber qué pasó con la relectura de «El evangelio según Van Hutten»
Llegue a Castillo a traves de un programa en canal Encuentro donde le hacian una entrevista y asaban fragmentos de El que tiene sed... Me gusto de movida, asi que corria a las librerias a encontrar ese libro. A los 5 dias habia leido y subrayado el libro tantas veces como nunca me habia sucedido. Quede fascinado, era lo que realmente me gustaba de la literatura, las variaciones de 1ra a 3ra persona, la humanidad, la facilidad para descirbir vivencia diaras dificiles de mostrar. Me metí de lleno en el mundo Castillo, sorprendiendome de la poca difusion que tenia él, y el libro en particular... me compre cuanto pude de su obra, sus magicos cuentos, sus teatros... hasta que sin poder encontrar Cronicas de un .... decidi bajarlo de internet, imprimirlo y leerlo. Me sucedio lo mismo que con El que tiene sed. La sorpresa fue mayor, estaba ante los dos libros mas significativos que leí. son poco menos que la biblia para mi, no hay ia que no lea un fragmento de alguno de ellos y me ria, o llore o me emociones, identificandome o entendiendo las cosas de otra manera. Son exelentes!! Esos dos eemplares valen oro para mi.
ResponderEliminarFelicitaciones por el bLog!
Si alguien conoce algunos libros parecidos a esos, que me avise. Gracias
Yo he leído ambos libros (y a todo Castillo). Son realmente excelentes. Los diálogos en El que tiene sed son únicos, no los encuentro en ningún otro escritor argentino. Realmente, Castillo no deja de sorprenderme. Pablo de Córdoba
ResponderEliminarAlberto Castillo es un escritor muy especial para mí. Lo conocí por azar. En la góndola de un supermercado encontré un libro.
ResponderEliminarEse libro, y uno de Volpi, me sacaron de un trancazo complicado que tenía con mi propia obra. Sin embargo, de Castillo creo que es un escritor enorme. De Volpi creo que escribió un libro hecho a mi medida.
Siento igual cariño por los dos. Sólo que por uno más respeto que por el otro.