Breve Intermezzo
La verdad que podría escribir los versos más tristes esta noche, pero Neruda dijo que iba a hacerlo él. Así que hago molde. Escucho música. The Smiths, como corresponde a una fecha tan próxima al 24 de agosto, Noche de la Nostalgia en toda la República Oriental.
Una fiesta típica uruguaya, dice a veces una propaganda en la radio. La nostalgia. La nostalgie.
Una celebración de aquello que perdimos, una exaltación de la tristeza, del orgullo de haber sido y del dolor de ya no ser.
Es una conmemoración hermosísima. Y es lógico que sea la fecha insignia de una tierra tan gris, donde incluso el carnaval es un aburrimiento y en vez de pasar dos días bailando borrachos y desnudos –como ocurre en todo carnaval decente, pues el poder del carnaval es ese, descargar toda represión en dos días, para después seguir siendo civilizados– en lugar de eso, digo, los uruguayos pasamos un mes y medio de carnaval sentados en un teatro escuchando chistes, infantiles, y bastante previsibles (tenía que decirlo de una vez). Salvo excepciones, que siempre son útiles. (Sí, usted que está indignado es una de las excepciones; no me obligue a hacer uso de la exceptio veritatis en mi defensa.)
Y como toda fiesta que pueda llamarse así, en la noche de la Nostalgia se escucha música, y se baila; con frenesí.
Si alguien me contara todo esto acerca de la nostalgia, me imaginaría unas comparsas lúgubres tocando en esquinas desconchadas algún vals en menor. Pero no. No se escucha música nostálgica. The Smiths es bastante nostálgico. Pero no se escucha, se oyen más bien antiguas canciones que solieran pasarse en las bailantas de antaño. Bailantas que son, en definitiva, lo que se está añorando.
Pero música nostálgica, no. La nostalgia, como corresponde, la tiene que poner uno.
Es una cita para que cada uruguayo vaya y añore (excelente nombre para un bulevar) lo que más pueda, al ritmo de la danza.
Anche creo que lo que en el fondo más se añora son “las lentas”, el momento en que el DJ sacaba sus discos de baladas románticas, y las luces bajaban y bajaban. Se añoran porque inexplicablemente han desaparecido de las discotecas (que también han desaparecido). Ya no están y eran casi la justificación de la noche, el momento de la verdad, la única frase oculta en cada libro, como nos dice Pablo de Santis en «El enigma de París».
Lejos han quedado esos años, y aún no llega el 24 de agosto. The lanes are still silent.
oh tempora! oh mores!!!
ResponderEliminarMire, la nostalgia está muy bien... pero este es un día comercial.
El día de la nostalgia es todos los días, canejo.
Esa es toda una definición de principios.
ResponderEliminarParecería que vas caminando de espaldas (lo cual podría ser muy bueno).
Viéndolo objetivamente, la noche del 24 de agosto representa por lejos mejor al Uruguay que el día siguiente.
ResponderEliminarcierto que la nostalgiaes solo un estado que podemos virar rapidamente, solo es cuestion de encontrar tu click!! ahora espero que como dijo zeta no camines de espaldas, lo que viene de frente a ti puede ser hermoso!!!
ResponderEliminarQué puedo decir yo, que busco clicks por ahí, y no siempre los encuentro.
ResponderEliminartal vez, no busques UN CLICK, y en la diversidad perdes el gusto de lo EXQUISITO, igual, podes muy bien elegir cual es TU click, animarse es lo que te hace falta, y perder esa seriedad borgeana parafraseando a otros.
ResponderEliminarTal vez.
ResponderEliminarVamos zeta, que el viernes es siempre joda joda, vista mi blog por ahi entiendas por que trato de mirar la vida diferente.
ResponderEliminarblogs.montevideo.com.uy/desdelaraiz