Yo no estaba del todo listo, pero Anna estaba abierta de piernas y mojada, y una vez dentro de ella tardé muy poco en empalmarme de nuevo. Mi premura había desaparecido. Me quedé tendido, completamente quieto, mientras ella se movía lentamente por encima de mí. Anna continuó poco a poco su tarea, usando ocasionalmente los dedos para excitarse. Le dije que la amaba. Retiró la mano de su coño y descendió sobre mí. Apreté la nariz contra el sudor y la fragancia que despedía su pelo, le besé la oreja y escuché su respiración. Su corazón latía contra mi pecho.
Levanté la mano para cogerle el trasero y deslicé los dedos entre sus nalgas, separándolas un poco. Escurrí un dedo dentro de ella. Anna se arqueó, y su cuerpo se puso tenso. Giró la cara para besarme. Nuestras lenguas se apretaron una contra la otra a través de un mechón de cabello que había resbalado entre los dos.
–Más dedos –susurró.
Más dedos y más adentro. Anna soltó un gritito, me pasó la lengua por los dientes y cerró con fuerza los ojos.
–No quiero hacerte daño –le dije.
–No me estás haciendo daño.
Empezó a succionar mi labio inferior entre sus dientes y gimió; después aflojó y fue descendiendo hasta que su frente llegó a mi barbilla.
–¿Cuántos dedos hay ahora? –dijo jadeando.
«Zugzwang»
Ronan Bennett
Ronan Bennett
muchísimo mejor, Z. ahora está leyendo literatura en serio, no esas mariconadas de Eco ;-)
ResponderEliminarSiempre es cómico leer textos de este tipo traducidos al insufrible castellano de España, pleno de pollas, coños, guarras, golfos, y adjetivos abominables como puñetero y hortera. Fíjese que ese "levanté la mano para cogerle el trasero" es realmente cómico dado el contexto, tanto rioplatense como el que proporciona esta chica tan afecta al fisting y a la contabilidad (que en general suelen estar conectadas).
ResponderEliminarPor lo demás, y ya que estamos, siempre me han intrigado los escritores que intentan describir encuentros sexuales de esta manera. Suena falso. Y una última cosa, al traductor que escribió "gritito" habría que fusilarlo en plaza pública.
ud. critica el puntero, jahey, pero se pierde lo apuntado, no le parece? la mente de la chica, la pureza de su deseo
ResponderEliminarsobre lo falso: una vez estaba con una chica tomando una cerveza en un bar donde había una tv. era tarde y estaban dando una película erótica. ella mira la pantalla y se ríe, con una risa pueril. eso no es así, me dice, como un niño que le cuenta algo a otro.
leyó a Pedro Juan Gutierrez? el cubano. mete muchísima escena porno. pinga, dice, en lugar de polla
y las escenas eróticas en las traducciones de Murakami? ud. seguramente también las odie, pero a mi me encantan. porque ahí veo la continuidad del alma y del deseo y del cuerpo
hay una traducción por ahí de filosofía en el tocador, de sade, que respeta todas las malas palabras rioplatenses. fue un hallazgo fortuito
mh, yo no había dejado otro comentario acá?
ResponderEliminarNo jahey. Al menos yo no me enteré.
ResponderEliminarPero todavía está a tiempo.
Por favor.
Sabe que al principio yo le discutía a sokón acerca del destino de los dedos. Tuvimos un cambio de opiniones al respecto. Al final me convenció.
Qué pena, cerré sin publicar. Era largo pero en algún momento (re)capitulaba y decía que en definitiva lo que me sonaba demasiado falso eran las pasiones en cámara lenta.
ResponderEliminarTambién decía que mi crítica se dirigía, al decir de sokón, tanto al puntero como a lo apuntado.
había un personaje que se llamaba band au ciel (creo, no se francés) en las 120 jornadas de sodoma; más que su nombre era un apodo ganado porque el semejante miembro de ese sujeto (como el de Peter North, la porota de North es un acelerador de partículas) apuntaba siempre al cielo, permanecía en contínua erección
ResponderEliminara donde apunta la punta?
murakami en las crónicas del pájaro que da cuerda al mundo cuenta de un personaje que al desaparecer su esposa pierde el apetito. ese personaje a su vez reflexiona sobre como en adios a las armas, al final, el héroe en el paroxismo de la ansiedad y la angustia, se mete a un restaurante y come. al final llega a la conclusión que él, el personaje de murakami, no es literariamente verosímil
me interesa saber eso de las pasiones en cámara lenta; lástima que se perdió el comment
Z, la muchacha del libro ese, tampoco puede resistirse a degustar una buena belga?
ResponderEliminarValeria Lynch canta sobre este tema, sokón. Si quiere le puedo conseguir el link.
ResponderEliminar(Me dejó mudo con lo del acelerador de partículas.)
Ya está. Ya se me pasó.
Sabe que antenoche vi «Báthory». Me decepcionó bastante. Al final parece que era Elizabeth Báthory era buena, víctima de caluminas.
Sin embargo, aparecían otros apellidos a los que también recurrió Federici, y que en su momento no tenía idea.
En realidad pensé que era más porneta, Báthory. Pero lo único que aparecían eran unos enanos porongones.
ResponderEliminarUn asco.
Ah! Así es el cine de Asia occidental.
(Hungría está en Asia, no?)
Esto me lleva a reflexionar qué buen encabalgamiento
ResponderEliminarEste de Sabina:
No permita la virgen que tengas poder
sobre lágrimas, egos, haciendas,
cuando labios sin ánima quieran querer-
te al contado liquida la tienda.
Notable.
Zeta, ¿está de acuerdo con que Sabina es un poeta? Le pregunto porque tuve la impresión, en unos comentarios de un post aquí, hace tiempo, que lo que escribe Sabina le parecía más bien menor.
ResponderEliminarSabina descolla como escritor de canciones. Así, de pronto, no se me ocurre, en castellano, nadie que pueda competir. Silvio Rodríguez es bueno pero
ResponderEliminarLas letras de Sabina tienen una poesía impresionante, a mi juicio. Pero es tan buen escritor de canciones el tipo, que sin la música, no son lo mismo.
Lógicamente, si uno escribe la letra de una canción excepcional, esa misma letra no es tan excepcional como poesía (si lo fuera, no estaría aprovechando toda la potencialidad que le daba el ser una letra de canción, ergo no sería tan excepcional).
Lo que pude haber dicho de Sabina para impresionarle de tal forma jahey es que el tipo se ha aprendido dos o tres truquitos y los utiliza con oficicio, y a ultranza. Pero no lo dije en tono peyorativo.
Mire, tanto me ha gustado que yo mismo en el post No jugaba para no perder, tomé algunos de estos truquitos, y escribí un epígrafe valiéndome de ellos.
Sabina es el uno. Como cantautor.
Y es poeta en tanto que su vehículo artístico tiene mucho en común con el de la poesía. Pero más aún en el sentido de artista: poeta es, a cierto nivel, sinónimo de artista. Y en lo que ambas palabras tienen en común es en lo que se diferencia un artesano de un artista.
Los sonetos de Sabina no me gustan tanto.
- cuales son los sonetos de sabina?
ResponderEliminar- son etos
Plop!
ResponderEliminarJuaa! You're good sókon.
ResponderEliminarA raíz de esto me acordé de aquel poema de Herrera y Reissing que ud. citara, y de lo que me divertí en su momento con la calavera mordiéndole el esplín a la mina.
Casi tanto como con JLB con la ergástula en la mano.
¿Y Calamaro?
ResponderEliminarMe gusta algún soneto de Sabina.
Encontré aquí el mismo tema pero abordado de manera un poco lezamalimesca. Tiene aliteraciones soberbias.
ResponderEliminarEs cierto lo de las aliteraciones (Herrera también las tiene!) (y Reissig!)
ResponderEliminarIgual yo cambiaría «el verbo que se sacude» por «la verba que se sacude», jahey.
A Calamaro le tengo cariño. Pero siempre me da la sensación de que le faltan cien gramos p'al kilo.
Póngase un soneto de Sabina, Jahey. Recomiende.
Acá va la canción para sokón.
Este me resulta excelente:
ResponderEliminarSilicona
Ni imploro tu perdón ni te perdono,
ni te guardo rencor ni te respeto,
si tardo en devolverte el abandono
repróchaselo al tono del soneto.
Rompe la veda, ensánchate, respira,
falsa moneda mancha a quien la acuña,
las heces de un amor que era mentira,
no merecen el luto de una uña.
Ni sembraré de minas tu camino,
ni comulgo con ruedas de molino,
ni cambio mi mar brava por tu calma.
El matasanos que esculpió tus tetas,
de propina, lo sé por mis tarjetas,
te alicató con silicona el alma.
Pero... ilumíname...
ResponderEliminarNo conozco ese soneto, Zeta.
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