El dominico blanco
Gustav Meyrink
Al leer «El Dominico Blanco», se tiene en las manos el testamento esotérico de Gustav Meyrink; todo lo que querría decirnos está allí, en las páginas del libro, planteado en forma simbólica, a modo de enigmas que deben resolverse. Y aunque el simbolismo de la novela es excesivo, la contundencia de su enseñanza esotérica compensa ésta y otras debilidades que pudiera tener.
La historia, situada a fines del siglo XIX, narra la vida de Christopher Taubenschlag, un niño expósito, criado en la iglesia de una pequeña ciudad que, si bien no se identifica, podría estar ubicada en la región de Normandía.
El pequeño es adoptado por un raro personaje: el barón von Jöcher, farolero honorario, encargado de encender los faroles al anochecer y apagarlos a la salida del sol. A partir de ese momento, comienza un viaje iniciático en el cual el protagonista va evolucionando interiormente (en algún sentido que, a medida que el texto avanza, se va volviendo cada vez más confuso).
Están presentes todos los tópicos habituales de la obra de Meyrink: la enseñanza esotérica, el desdoblamiento hacia un plano astral durante el sueño, el tema del doble, la idealización de la mujer amada, los ataques contra el espiritismo y contra la teosofía. Todo está allí, y aunque por momentos Meyrink parece más franco y más didáctico que en otras de sus novelas, también hay que decir que casi en ningún momento se alcanza en esta obra la calidad literaria de «El Golem», la obra más importante del autor.
La novela no admite otra forma de lectura que no sea la del simbolismo, y por lo tanto es directamente un texto con finalidades didácticas. Tanto lo es, que en varios pasajes la lectura se vuelve densa y la trama se desdibuja por completo, pareciendo más un ensayo que un texto narrativo. Sin embargo, tras los símbolos que Meyrink propone –no siempre en forma exitosa –se intuye una profundidad que anima a continuar la lectura. E incluso, por qué no, invita a un a relectura de algunos pasajes.
Dentro de este simbolismo desaforado, Meyrink otorga una importancia exagerada al nombre del personaje principal Christopher Taubenschlag, importancia que si alguna vez tuvo, la ha perdido desde el lejano 1924 en que la obra fue escrita, hasta ahora. «Christopher» hace referencia a la leyenda de San Crisóbal y «Taubenschlag» significa en alemán “Palomar”, y el autor parece aludir a cierto estado de conciencia en el cual el personaje permanece “inmóvil” –en un sentido poco claro. Esta imagen hace recordar a algunas descripciones del estado de conciencia propio del zen, pero resulta ineficaz –no por carecer de plasticidad sino por la oscuridad de su contenido –y parece injustificada la insistencia que Meyrink hace sobre ello. Este simbolismo en los nombres, está en línea directa con uno de los principios básicos de la magia, que se menciona en la novela, según el cual, conocer el verdadero nombre de las cosas, da poder sobre ellas.
Desde el punto de vista literario, la novela tiene dos partes bien definidas. La infancia de Christopher, donde Meyrink logra descripciones de la vida en la ciudad que alcanzan cotas altísimas de belleza casi epifánica (e incluso logra aproximarse a la belleza de «El Golem», que se desplazaba por las calles estrechas de la judería de Praga). Y luego, la evolución interior del joven, donde se muestra excesivamente didáctico, y se extiende en larguísimas explicaciones esotéricas, que tienen la virtud, eso sí, de diferenciarse del ingenuo esoterismo doméstico de hoy en día. Queda claro que no se trata de un juego de heavy-metals trasnochados.
Sobre el final, aparece una imagen que va a persistir en las últimas páginas: la Cabeza de la Medusa. No está claro qué significa esta imagen. Lo más probable es que otra vez Meyrink haga referencia a las filosofías orientales, y se esté refiriendo a lo que los budistas llaman “ilusión”, que en occidente puede ser comprendido como la interpretación del mundo que el occidental hace permanentemente a través de la información percibida por los sentidos. Christopher Taubenschlag no cae preso de las ilusiones de la Cabeza de la Medusa, sino que de alguna forma alcanza la percepción directa del mundo. Sin embargo, es lícito sospechar que a esas alturas a nadie le interesará mucho lo que pase con el protagonista, y esto es responsabilidad del autor, que no consigue aunar una historia interesante, con la revelación de sus enseñanzas.
Los interesados en lo esotérico van a disfrutar la lectura de «El Dominico Blanco». Es una novela interesante, llena de símbolos que deben ser descifrados, como la mencionada Cabeza de la Medusa, el oficio del padre adoptivo de Christopher, el propio Dominico Blanco, y un gran número de elementos convocados por Meynrik para esta obra. Hay interesantes pasajes sobre el mundo astral, sobre la reencarnación. El espiritismo, tan de moda por aquellos años, es denostado por Meyrink.
En definitiva, se trata de una novela recomendable en la que hay pasajes de buena literatura, y sobre el final la mística copa demasiado la parada. Es difícil saber si el tiempo ha separado por completo esta obra del espíritu del lector, o si, por el contrario, ha otorgado una perspectiva que abre acceso a una profundidad que el lector contemporáneo de Meyrink no podía alcanzar. En cualquier caso, que eso lo decida cada uno.
Cabe destacar, sí, que no se trata de una obra de autoayuda, al menos no en el sentido de entrecasa que tienen las decenas de libros que han tomado por asalto grandes espacios de las librerías (se diría, casi, que entre éstas, y las perennes obras completas de Benedetti, han agotado la capacidad del catálogo). Digamos que el hombre sabía algunas cosas. Y al menos se esforzaba por escribir bien, que no es poco.
La historia, situada a fines del siglo XIX, narra la vida de Christopher Taubenschlag, un niño expósito, criado en la iglesia de una pequeña ciudad que, si bien no se identifica, podría estar ubicada en la región de Normandía.
El pequeño es adoptado por un raro personaje: el barón von Jöcher, farolero honorario, encargado de encender los faroles al anochecer y apagarlos a la salida del sol. A partir de ese momento, comienza un viaje iniciático en el cual el protagonista va evolucionando interiormente (en algún sentido que, a medida que el texto avanza, se va volviendo cada vez más confuso).
Están presentes todos los tópicos habituales de la obra de Meyrink: la enseñanza esotérica, el desdoblamiento hacia un plano astral durante el sueño, el tema del doble, la idealización de la mujer amada, los ataques contra el espiritismo y contra la teosofía. Todo está allí, y aunque por momentos Meyrink parece más franco y más didáctico que en otras de sus novelas, también hay que decir que casi en ningún momento se alcanza en esta obra la calidad literaria de «El Golem», la obra más importante del autor.
La novela no admite otra forma de lectura que no sea la del simbolismo, y por lo tanto es directamente un texto con finalidades didácticas. Tanto lo es, que en varios pasajes la lectura se vuelve densa y la trama se desdibuja por completo, pareciendo más un ensayo que un texto narrativo. Sin embargo, tras los símbolos que Meyrink propone –no siempre en forma exitosa –se intuye una profundidad que anima a continuar la lectura. E incluso, por qué no, invita a un a relectura de algunos pasajes.
Dentro de este simbolismo desaforado, Meyrink otorga una importancia exagerada al nombre del personaje principal Christopher Taubenschlag, importancia que si alguna vez tuvo, la ha perdido desde el lejano 1924 en que la obra fue escrita, hasta ahora. «Christopher» hace referencia a la leyenda de San Crisóbal y «Taubenschlag» significa en alemán “Palomar”, y el autor parece aludir a cierto estado de conciencia en el cual el personaje permanece “inmóvil” –en un sentido poco claro. Esta imagen hace recordar a algunas descripciones del estado de conciencia propio del zen, pero resulta ineficaz –no por carecer de plasticidad sino por la oscuridad de su contenido –y parece injustificada la insistencia que Meyrink hace sobre ello. Este simbolismo en los nombres, está en línea directa con uno de los principios básicos de la magia, que se menciona en la novela, según el cual, conocer el verdadero nombre de las cosas, da poder sobre ellas.
Desde el punto de vista literario, la novela tiene dos partes bien definidas. La infancia de Christopher, donde Meyrink logra descripciones de la vida en la ciudad que alcanzan cotas altísimas de belleza casi epifánica (e incluso logra aproximarse a la belleza de «El Golem», que se desplazaba por las calles estrechas de la judería de Praga). Y luego, la evolución interior del joven, donde se muestra excesivamente didáctico, y se extiende en larguísimas explicaciones esotéricas, que tienen la virtud, eso sí, de diferenciarse del ingenuo esoterismo doméstico de hoy en día. Queda claro que no se trata de un juego de heavy-metals trasnochados.
Sobre el final, aparece una imagen que va a persistir en las últimas páginas: la Cabeza de la Medusa. No está claro qué significa esta imagen. Lo más probable es que otra vez Meyrink haga referencia a las filosofías orientales, y se esté refiriendo a lo que los budistas llaman “ilusión”, que en occidente puede ser comprendido como la interpretación del mundo que el occidental hace permanentemente a través de la información percibida por los sentidos. Christopher Taubenschlag no cae preso de las ilusiones de la Cabeza de la Medusa, sino que de alguna forma alcanza la percepción directa del mundo. Sin embargo, es lícito sospechar que a esas alturas a nadie le interesará mucho lo que pase con el protagonista, y esto es responsabilidad del autor, que no consigue aunar una historia interesante, con la revelación de sus enseñanzas.
Los interesados en lo esotérico van a disfrutar la lectura de «El Dominico Blanco». Es una novela interesante, llena de símbolos que deben ser descifrados, como la mencionada Cabeza de la Medusa, el oficio del padre adoptivo de Christopher, el propio Dominico Blanco, y un gran número de elementos convocados por Meynrik para esta obra. Hay interesantes pasajes sobre el mundo astral, sobre la reencarnación. El espiritismo, tan de moda por aquellos años, es denostado por Meyrink.
En definitiva, se trata de una novela recomendable en la que hay pasajes de buena literatura, y sobre el final la mística copa demasiado la parada. Es difícil saber si el tiempo ha separado por completo esta obra del espíritu del lector, o si, por el contrario, ha otorgado una perspectiva que abre acceso a una profundidad que el lector contemporáneo de Meyrink no podía alcanzar. En cualquier caso, que eso lo decida cada uno.
Cabe destacar, sí, que no se trata de una obra de autoayuda, al menos no en el sentido de entrecasa que tienen las decenas de libros que han tomado por asalto grandes espacios de las librerías (se diría, casi, que entre éstas, y las perennes obras completas de Benedetti, han agotado la capacidad del catálogo). Digamos que el hombre sabía algunas cosas. Y al menos se esforzaba por escribir bien, que no es poco.
Artefio: "Pobre necio! ¿Serás tan ingenuo como para creer que te mostraremos abiertamente el más grande y el más importante de los secretos? Te aseguro que quien pretenda explicar, conforme al sentido ordinario y literal de las palabras, lo que escriben los filósofos herméticos, quedará atrapado enseguida en los meandros de un laberinto del que no podrá escapar, y no habrá hilo de Ariadna que lo guíe hasta la salida"
ResponderEliminarTalmud, Hagigah 2.1: "A quien quiera que reflexione sobre cuatro cosas, más le hubiese valido no nacer; lo que está arriba, lo que está abajo, lo que está antes y lo que está después"
Y un bocadillo de Séfer Yésirah, 2.2: "Ventidós letras Fundamentales. Él las estableció, grabó, pesó e intercambió. Y formó con ellas toda la creación y todo lo destinado a formarse"
Excelente. Me encantaría leerlo. Lástima que ya me adelantaste damasiado.
ResponderEliminar"conocer el verdadero nombre de las cosas, da poder sobre ellas"
Por qué?
z, me interesa que me diga, si es posible, cuales son los argumentos de meyrink para denostar el espiritismo y la teosofia. Hace poco lei un libro de madame Blavatsky que me parecio tan incomprensible como delirante.
ResponderEliminarSin embargo el movimiento teosofico tuvo una importancia grande en occidente a ppios del siglo XX y su influencia en la cultura es mucho mayor de lo que puede suponerse: Baires y NY fueron los dos grandes centros teosoficos.
Pero lo interesante de la teosofia parece que fue su inquietud pionera por interesarse genuinamente en las religiones orientales e iniciar el estudio de las religiones comparadas, ademas de haber llevado adelante por la via de los hechos una militancia feminista.
Por lo que se, lo poco que quedo del movimiento en los alrededores de la primera guerra mundial en NY se retiro al Oeste del pais, california, y no se que paso con buenos Aires.
Y no es casualidad que el Oeste norteamericano haya sido la zona predilecta en los sesenta para los grupos contraculturales orientalistas que todos conocemos influyendo tambien en las formas de comprender un sinnumero de disciplinas academicas (psicologia y comunicacion principalmente) concentradas en la escuela de Palo Alto y los estudios de la mente de Gregory Bateson.
Entonces mi pregunta, zeta, es la siguiente, cual es su opinion sobre la teosofia?
"A partir de ese momento, comienza un viaje iniciático en el cual el protagonista va evolucionando interiormente (en algún sentido que, a medida que el texto avanza, se va volviendo cada vez más confuso)."
ResponderEliminarno sé por qué, me sonó a les luthiers. Los acontecimientos en los que se vio envuelto y cómo se desenvolvió.
P.D viéndolo ahora con retrospectiva, sí, quedó un poco extensa la respuesta. Pero así es el destino. Pero bueno, a tenerlo en cuenta la próxima vez antes de preguntar.
ResponderEliminarLos ataques de Meynrik, astllr, van dirigidos más directamente hacia el espiritismo que hacia la Teosofía. Incluso esos ataques no
iban tanto en la dirección de afirmar que las sesiones espiritistas fueran un fraude, como de señalar que las manifestaciones recibidas en ellos no pertenecían al difunto convocado.
De todas formas Meynrik participó en varios grupos ocultistas (como la archifamosa Golden Dawn) con afinidades teosóficas, y no es extraño que en una época de descrédito para esta ideología (Blavatsky fue tildada de fraude con bastante encono) los antiguos miembros renegaran de ella.
No soy un teósofo experto, pero la teosofía siempre me pareció una especie de hinudísmo adaptado a Occidente. No recuerdo ahora si fue René Guénon o Paul Charconac quien decía que el budismo era una adaptación del hinudísmo para los orientales no Indios. Y la teosofía (esto sí estoy seguro de que es invento mío) es una adaptación para los occidentales.
Quiero decir que al complejo entramado místico hindú le superpone (o le aplica) una capa de lógico raciocinio occidental. Entiendo que ese es el espíritu en el núcleo de esta doctrina, e intenta un desarrollo histórico (en consonancia con la filosofía preponderante en Europa) al conjunto de mitos que toma como base.
El resultado es bastante disparatado. En eso coincido, astllr. Encuentro cosas sencillamente absurdas en la teosofía. Creo, además, que el hinduísmo es, ya de por sí, la adaptación de una revelación subyacente, a la forma de pensar del Indio. Una forma de pensar que tradicionalmente funciona de manera radicalmente distinta a la nuestra. Más a fuerza de analogías que de silogismos.
De allí la profusión de deidades e imágenes como forma de abarcar la manifestación revelada. La lógica aristotélica, sin embargo, intenta unificar en clasificaciones.
Quizás por eso los místicos occidentales parten de la idea del Uno para lograr la unidad; mientras que los orientales parten de la infinita multiplicidad de la realidad para lograr la unidad.
Supongamos entonces (y deberá suponerlo hasta el final de este comment, estimado) que la teosofía fuera una retraducción de la
traducción ya efectuada por el hindusimo y deberemos concluir que el resultado no es bueno.
(Confieso que hay una parte de la Teosofía que siempre me atrajo -y lo hace aun; un poquitín menos que antes quizás- y es la existencia e esa orden secreta que gobierna nuestros destinos y que se asienta en la siberia mogol.)
En cuanto a los nombres, Candelaria, es un principio mágico muy antiguo. Algunos lo remontan al momento en que Adán, investido de Nomoteta, llamó a cada cosa por su nombre, revelando la así la esencia de cada cosa. Pero fíjese que, en la misma tradición, creo Dios todo lo que nos es caro, a partir de su palabra.
Es un hecho. El conocimiento del nombre da poder. ¿O por qué se cree que todos aquí llevamos nombres artísticos? (Ah, ud. no?? Cámbielo. Ya mismo.)
Los Kabbalistas atesoraron este saber proveniente de la correcta combinación de símbolos lfabéticos (me intriga muchísimo esa
idea de atribuir el soporte universar a símbolos alfabéticos; pero no me extenderé aquí; no temáis). Descubrieron el poder detrás de cada combinación, y buscaron el nombre secreto de Dios (no se le escapará, Candelaria, que en la Biblia aparecen varios nombres para Dios).
El final del siglo XIX y el principio del XX estuvo repleto de ordenes secretas e iniciáticas. Bullían. Pero de ese caldo de cultivo surgieron algunas cosas interesantes. Hubo, por ejemplo, un aggiornamento del significado de ese Verbum dimissum. Y, para deleite de Susana, quien se muestra como una hermetista curiosa y aplicada, surgió la idea de que esa palabra perdida era una Cábala fonética. Un argot mediante el cual los iniciados transmitían su saber iniciático mediante frases que signifcaban otra cosa, y el iniciado conocía la clave para decodificar estas palabras. (En realidad este era un método utilizado por un historiador francés para impartir clases a soldados, pero ello no impide que algunos oscurantistas lo hayan utilizado para cifrar conocimientos). Desgraciadamente, el castellano, racional hasta el extremo en su fonética inmutable (je) no se presta a este tipo de malabarismos.
Corto por aquí. Quiero, sí, recomendarles, a Ud. Candelaria, que lea El Dominico Blanco (créame que no le adelanté demasiado, y vale la pena); a Ud. astllr y a Rodia (si no lo han hecho ya) la lectura de La casa de los cicuenta mil hermanos del escritor uruguayo Fábregat Cúneo; para Susana El Universo de la Alquimia de Mariano Vázquez Alonso.
(Estoy seguro que en Le matin de magiciens hay un capítulo interesante sobre Meynrik, pero en mi a-medias-desembalada-biblioteca es imposible encontrar nada.)
no se preocupe por la extension, z, aca imprimo gratis
ResponderEliminarvere si el libro recomendado lo encuentro en la biblioteca
Por supuesto que lo voy a leer, Zeta. No se como supiste que es ideal para mi. Es el tipo de novela que me fascina. De acuerdo a tu explicación se nota que está a la altura de El Alquimista que para mi es como una especie biblia. Incluso la trama es similar a todas las historias de H. Hesse (Demian, Sidartha, Narciso y Goldmundo, etc.), un autor que jamás dejo de leer, recurrentemente. Leyéndolo siempre aprendo a vivir mejor. De todas formas, dudo que El Domínico Blanco llegue a superar al Código Da Vinci.
ResponderEliminarMe intriga cómo podés saber que tipo de literatura recomendarnos a cada uno de nosotros? Alguna cábala con nuestros nombres? En mi caso te debe resultar sencillo porque uso mi nombre real. No puedo evitar ser auténtica.
Primero he de decir que “El dominico blanco” me ha parecido inferior al Golem. Hay ciertos pasajes de carácter extremadamente hermético y ocultista con explicaciones alegóricas sobre la existencia, y el modo de alcanzar la superioridad espiritual que lastran la obra. Afortunadamente no son demasiados y ya digo que, incluso en ellos, Meyrink tiene cierto despliegue de lenguaje poético que a mi me deslumbra. El sueño de Christoph, el protagonista al principio de la obra, es sublime.
ResponderEliminarSaludos
Ah, Astllr! prerrogativas del primer mundo!
ResponderEliminarPienso igual que tú, cara Reggis. El Golem es literariamente superior. Pero creo que El dominico blanco es más denso en cuanto doctrina e iniciación. Hay básicamente dos corrientes inicáticas: una establece que la iniciación es la revelación de un conociento oculto (como dicen, p.e. los alquimistas); otros dicen que toda iniciación debe ser vivencial, que es una experiencia no un conocimiento (incluso, como Guénon, no tendría por qué circunscribirse a un rito específico, sino que podría haber varios).
Lo que Meyrink parece decir es que hay algún secretillo para que se pueda ejecutar el ritual.
Pero es cierto lo que decís; hay partes bastante densas.
A ver estimado: El libro parece tener lo suyo, pero como dijeron antes, adelantaste mucho, aunque, es tu visión y no necesariamente la del resto. Habrá que leerlo!!
ResponderEliminarEn cuanto a la gran frase: "Conocer el verdadero nombre de las cosas, da poder sobre ellas" me hace pensar que tal vez por eso, eres simplemente "ZETA".
Besos nene!!
Sil
Es efectivamente asi, querida, tal como dice en ese extenso comment que con buen tino te saltaste. Un beso para vos tb.
ResponderEliminarvoy a intentar redescubrir tu simpleza aunauqe la palabra simple suene asi" simple" implica sencilles y otros derivados..."somples" pero en realidad tiene mas que eso es un mundo de cosas...tiene de todo pen cuanto al libro si adelantaste mucho pero para sacar conlusiones propias habra que leerlo y asi hablar con mas fundamento..y poder opinar mas exquisitamente...un saludo desde argentina...
ResponderEliminar¿Quién nos dirá las cosas que sentía Dios al mirar a su rabino en Praga?
ResponderEliminarLa frase del tìtulo es de Sabina, pero todo lo demás es mío. Todo eso lo escribí minutos antes de decirle en persona lo que sentía por él =) fue lindo y ahora estamos bien.. aunque sea por el poco tiempo que nos queda juntos. Como siempre muchas gracias por tu post, seas siempre bienvenido.
ResponderEliminarUna flor!
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ResponderEliminarSi me permite, z, le voy a hablar de mi experiencia en esta circunstancia. La ocultacion del nombre revela, en mi caso, la voluntad autoral. Esto lo tomo de la sabiduria grafitera.
ResponderEliminarEn la medida en que el nombre se vuelve impronunciable entonces debe ser recitado interiormente para poder escribirlo correctamente (esto me pasa mucho con jntkdvr).
Y este recitado, que es una accion fisica, somete al lector a la "autoridad", que no en vano tiene la raiz que tiene. La resistencia del lector a la autoridad autoral, valga la redundancia, se ve en aquellos que ponen otras letras a las propuestas por mi.
Pero esto solo le agrega misterio a la cosa, porque lo vuelve al autor mas elusivo todavia, quiza mas facetado. No me interesa tanto ocultar una personalidad como darle enfasis a una faceta autoral.
Me encantaría, suavignona, que me redescubriera la simpleza (no quiero desanimarla pero, no estoy seguro de haberla tenido, aunque me encantaría, le juro).
ResponderEliminar(Es cabernet suavignona, o sauvignona blanc?)
Creo que convendremos, sokon m, mi querido censor, en que el fuerte de Borges jamás estuvo en la poesía, ¿no? No lo calificaré para no soslayar con ese juicio la admiración que me inspira en otros distritos literarios.
Pero es cierto, también que tiene algunas frases, como la que ud. recuerda, a medio camino entre lo aforístico y lo poético, que son... ¿lindas?
Bueno, astllr, la verdad es que nunca había escuchado eso. Me parece bien interesante.
ResponderEliminarSabe que yo, para ser franco, le otorgo cierto poder al nombre. Creo que el nombre moldea al individuo (o a la cosa, incluso).
Tengo debilidad por el ritual en el que un novel iniciando elige su nom de guerre.
En algunos casos me parece que está un poco devaluado. Cuando el Papa, por ejemplo, elige su nombre artístico, no me emociona. Me parece algo pour la galerie. Pero en otras tradiciones me parece que tiene casi el valor de un nacimiento. Un nuevo individuo, lo quiera éste o no, empieza a crecer a partir del nuevo nombre.
En el caso de jntkdvr (le hice cut&paste, lo confieso, espero que eso no resulte ofensivo) había imaginado que se trataba de un nombre desprovisto de vocales (quizás Juanito Kadver), un poco por aquello que la mayor parte de la información que contiene una palabra, la llevan las consonantes.
Pero si le entiendo bien, ¿su nombre podría haberse elegido aleatoriamente?
(Yo la verdad es que inconscientemente le relleno los espacios interconsonantes con alguna vocal que venga al caso; un poco queda, de aliento corto, pero vocal al fin.)
Voy a meditar sobre esta revelación que me hace, astllr. Ahora, digame, entre nos, ¿no se siente un poco astllr?
La cosa fue asi. Cuando decidimos con jntkdvr abrir un blog, el decidio ponerse ese nombre primero, por aquella novela de onetti. Entonces yo le dije, bueno, si vos sos jntkdvr yo soy astllr, por aquella otra novela.
ResponderEliminarPero yo me puse al principio lstllr, porque el titulo de la novela tiene ese articulo adelante y me remiti a elminar las vocales. Es mas, yo logueo con ese nombre y es mi direccion de email.
Pero al siguiente post, jntkdvr me cambio la ele por la a, porque se le ocurrio. Y quedo bien, quedo muy bien, tiene otra presencia. Esto agrega algo que para mi es muy importante, y es que el nombre mas adecuado para uno, no se lo puede poner uno mismo.
Un nombre para uno no puede elegirse totalmente, hay algo que debe quedar en manos de una voluntad mayor, aunque sea de un grupo de iniciados. El verdadero nombre se lo eligen a uno, y esto sucede cuando hay una aceptacion general de que uno representa eso.
Por otra parte el eliminar algunas vocales es un paso mas para generar mayor distancia, pongale como un escudo de fuerza.
"El verdadero nombre se lo eligen a uno, y esto sucede cuando hay una aceptacion general de que uno representa eso."
ResponderEliminarImpresionante teoría, Asti.
"Por otra parte el eliminar algunas vocales es un paso mas para generar mayor distancia, pongale como un escudo de fuerza."
Esta también.
¿Envidiosa?
ResponderEliminarA mi me gustó también lo de que le elijan el nombre a uno. Lo del escudo, no lo seguí del todo.
Pero, estaremos de acuerdo que el nombre no es una trivialidad, ¿no?
en el catálogo te olvidaste de isabel allende y dan brown
ResponderEliminarDan Brown mengua.
ResponderEliminarme olvidaba, borges tiene poemas muy buenos.. que él mismo se supere en prosa y cuentística es otro tema
ResponderEliminarmesembletil
Estoy de acuerdo con jahey.
ResponderEliminarRecuerdo entre mis favoritos a Cuaderno san martin ("La noche que en el sur lo velaron", Dios...) y Los conjurados.
Gracias envds, sera que estoy haciendo escuela?
z, como va a ser trivial. Los nombres nombran, dividen y separan y en exceso paralizan, como las cabezas de la meduza.
A propósito de nom de guerre, yo recientemente asimilé uno para mi. Va a ser mi seudónimo en un concursito literario.
ResponderEliminarEn mi opinión el seudónimo es algo que se elije a posteriori. Primero se gana, luego se elije. Aunque a veces sea algo burlón.
Y no te quejés de la censura, que de tanto pedirme por favor ya saqué la moderación. ;-)
P.S. Borges le rompe el c*** a la mayoría de los poetas de la vuelta. Y como cuentista también
Hay una cosa que me dejo pensando, z, de su titulo: hay algun nombre que no sea verdadero?
ResponderEliminarY en ese caso, qué nombre le pondrías a la escuela, Asti?
ResponderEliminarZeta, es muy sencillo lo del escudo de fuerza. Tratá de pronunciar en voz alta "envidiosa" y "envds" y te vas a dar cuenta solo.
... y mi segundo nombre es Eunice.
ResponderEliminarah, si, no aporta nada.
pero es un comentario cortito de leer.
ojo al cruzar.
en la exigüidad descansa una virtud, eunice (?)
ResponderEliminarcuando están de acuerdo conmigo, desconfío; mucho
che, esto es perfectamente un antro, pero bien ventilado, comilfó
no está nada mal squatearle un rato el blog a zeta
me olvidaba, dan brown mongo
ResponderEliminarNo se preocupe jahey, yo también tengo alma de okupa.
ResponderEliminar¡Sabe que tiene razón, nvds! Pronunciado así hace como un zumbido de escudo de fuerza, Star War-styled. Sí, sí.
En mi caso creo que no funionaría. Podría caminar z a modo de ideograma, tal vez.
Astllr, sólo un nombre es verdero, amigo. Los otros, son perspectivas que iluminan solo una parte del sujeto. Pero uno, uno, es el verdadero.
Eunice me gusta. Con una c rioplatense. El segundo nombre (lo que en mi caso sería el tercero) no se revela Eunice.
Pero ahora que lo dice, sabe que usted es más Eunice que Circe. Evalúelo.
(Jahey, veo que disfruta de esos maravillosos juegos de palabras o-como-sea)
Dan Brown minga.
Se me complica un poco para pronunciar la "nv" pero estoy practicando bastante y he logrado grandes avances.
ResponderEliminarEsto, más que una tugurio squater parece un refugio de esclavos fugitivos.
ResponderEliminarCon esto no quiero decir que Zeta sea Ganga Zumba. Ni pensarlo.
Pero, Zt, ¿Acaso su tercer nombre está escrito en una piedrecita blanca?
En cuanto a la comparación entre Circe y Eunice, ¿La hace según el significado o por los personajes literarios? Como sea, sí, prefiero ser más como la segunda, es bueno que alguien lo note.
La hago por que así me lo inspira ud.
ResponderEliminarPara servirla. (Nunca me gustó esta expresión, que yo hago con un gesto galante, pero que un peón agropecuario, más pecuario que agro, desvirtuaría de inmediato. Pero yo se lo digo de corazón.)
Ahora que lo veo, la eta huelga en mi nombre. Tiene razón astllr. Está haciendo escuela. Escl.
ResponderEliminar(Espero que esto no traiga problemas)
zeta, ud. refiere, me imagino, a los peones poseedores de esa sublime capacidad de imitación del llamado vigoroso del orangután en celo
ResponderEliminardan brown chinga
Exímame de aclaraciones.
ResponderEliminarnomina sunt consequentia rerum dice Eco, en otro orden de cosas.
También cita magistralmente a San Bernardo stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus.
(Estoy evaluando seriamente Ganga Zumba.)
ah! down brown birla
ResponderEliminarEunice, si anda por ahí, cuénteme más de lo de la piedrecita blanca, que me gusta.
ResponderEliminarCon gusto:
ResponderEliminarEs una nueva referencia bíblica que está en Apocalipsis 2:17:
"Al que salga vencedor le daré del maná escondido, y le daré también una piedrecita blanca en la que está escrito un nombre nuevo que sólo conoce el que lo recibe."
Por qué será que me gustan tanto estas cosas...
ResponderEliminaraventure hipótesis...
ResponderEliminarSabés que me dejaste pensando, ¿no? Más vale no explorar...
ResponderEliminar¿A qué le teme?
ResponderEliminarLacónicamente lacaniana.
ResponderEliminarNo. Curiosa, nomás.
ResponderEliminarlacónica... porque no me conoce! ja.
eu gosto exatamente como você receberá o seu nível de toda
ResponderEliminarTener un día DINAMITA mi amigo!
ResponderEliminarWhat about the English invent football championship?
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