miércoles, 14 de septiembre de 2011

Del cuartucho del fondo


Una Merkel para Jonny
Antonio Fergus

Es difícil decir de qué se trata este libro. Tiene una rareza poco común: no pasa casi nada, todo parece que pasara pero se diluye, no se entiende muy bien lo que cuenta. Y, sin embargo, apasiona. Voy a arrancar en orden.

Para los contras, Montevideo tiene aún tesoros por revelar. Uno es el cuartucho del fondo de la casa de mi tiabuela. Hace unas semanas tocó limpieza en la casona de Lezica y llegó el turno (algún día tenía que pasar) a una pieza que hay en el fondo del fondo. Abajo de incomprensibles cachibaches y encima de cuatro o cinco cucarachas macho, había tres atados de libros. Entre ellos este Fergus.

Ahora bien, volviendo a él, su virtud principal es ser diferente a todo lo que puedo recordar. No sé con qué compararlo. Un híbrido de William Faulkner y Carpentier; alguna cosa de Osvaldo Soriano... un tono similar de pueblo y de ruta que pasa cerca. Y ahí vuelvo a tomar el hilo: no pasa gran cosa, pero parece que pudieran pasar muchas.

La historia -mi versión- es bastante simple: Jonny deja embarazada a una muchacha del pueblo y sus familias arreglan un matrimonio como única forma de zanjar la cuestión. Así comienza: "El Jonny se casa el 15" le informa el padre a su esposa. Ya está. El hecho consumado.

Y Jonny -que no aparece en toda la obra, salvo mudo y en un rincón, en una única escena, cuando el tío llega al pueblo y ante la pregunta ¿qué traés ahí? acota la única previsible flaqueza del libro: "Una Merkel para Jonny" –es un pibe de 19 años con un retraso intelectual; aparentemente, pues nadie lo dice nunca.

La madre no quiere que le den la escopeta, pero como se casa, pasa a ser mayor de edad, así que hará lo que quiera. Obviamente Fergus no nos díce qué quiere, pero la descripción que hace de la carita del pibe cuando el tío saca la reluciente escopeta, valdría por sí sola toda la novela.


Me la leí de un tirón. Cuando terminé, la tapa se me antojó lo que debe haber quedado grabado en el limitado recuerdo del pobre Jonny al ver los grabados plateados sobre la escopeta.

Y eso es todo. Al final queda: la casi certeza de que el Jonny no participó del embarazo y un esbozo de escalofrío ante la puerta cerrada de la nueva casa: con la muchacha, novia de no sabemos quién, el bebé, el Jonny, y la Merkel colgada en la pared encima del bargueño.

Pero funciona. Habrá que leer algo más de este uruguayo radicado –al momento de la publicación, al menos– en Canadá.

Salutaciones para Fergus, y suerte para el Jonny.

3 comentarios:

  1. por qué una flaqueza? se lee bastante verosímil.

    Yo a Fergus no lo conocí, pero en los ochenta andaba por ahí, en aquel momento no existía la palabra bipolar, pero calculo que hoy alguien podría decirle algo así.

    Estoy seguro de que hizo Letras o Antropologia (que en Humanidades es lo mismo) y que salió en la foto de tapa de La oreja cortada, aquella con toda la generacion 83 en pelotas.

    Y estoy casi casi seguro que El pámpano púdico lo sacó por las ediciones de Simba Garibaldi, habría que preguntarle a ella, pero Simba daría para otra anécdota.

    ResponderEliminar
  2. Pasa, astllr, que cuando leí que caía el tío Ernesto con el bulto oblongo, me vi venir que se venía la cita del título. Por eso me decepcionó.

    No sabía que usted había estado en Canadá. Dejó su huella en la fausta tapa? Sabe que sospecho que hay toda una generación medio perdida. O a la espera...

    Recién ahora, leyendo de segunda mano, me doy cuenta de lo maravilloso del pámpano púdico. Simba es un perra. En el más correcto de los sentidos, que se entienda.

    ResponderEliminar
  3. exacto, hay una generación que espera, quizá, a ser exhumada, sería una acto de justicia, un favor de nuestra parte a un país que no será capaz de retribuirlo, pero qué importa.

    Lo de Simba Garibaldi, se entiende, es el seudónimo del editor, cuyo verdadero nombre es mucho menos interesante. Lo interesante es la forma de seudoanimar.

    La cosa es así: el primer nombre vendría a ser el nombre de su primera mascota (cualquiera el animal) y el apellido es el nombre de la calle dónde nació.

    Pruébelo, z, y verá qué adecuados seudónimos habrá encontrado para usted y los suyos, garantido!

    ResponderEliminar

Si la curiosité t'amene ici, va-t-en! Il en est temps encore.