martes, 7 de febrero de 2012

Y te llamaré Montevideo


La imaginación yerma del Nomenclator podría ser síntoma de mezquindad, pero lo más probable es que sea una expresión genuina, casi honrada, de medianía. Lo cual incluye, claro, a la mezquindad.

Este órgano expresa una determinada forma de ver el entorno y de crearlo; una concepción opuesta a la tesis del Cratilo según la cuál, como se sabe, el nombre es arquetipo de la cosa. Pero sucede que, a la larga, la rosa acaba siempre estando en las letras de rosa. Así que el Nomenclator, al final de cuentas, está creando la ciudad, aunque él crea que nombra por simple convención humana.

Convención es un buen nombre de calle. No es brillante. Convención Humana o Humanas Convenciones, están mejor.  Convecciones, mucho mejor. Pero está bien. Sobrevive desde una época en que la creación de Montevideo era un proceso más vivo. Más orgánico al menos.

Carece de sentido común, estético, humano, sensible, responsable llamar a una parte de la ciudad: Ángel Rodríguez o Gutiérrez Ruiz. Porque poner nombres a partes de Montevideo, es una tarea asimilable a la del nomoteta a quien el creador puso delante de cada cosa, para que él decidiese cómo llamarla, y completar así la creación.

Bulevar de los Sueños Olvidados, Calle de las Mulatas, Cucarachas, Pasaje del Ornitorrinco, Aguas Servidas, De los Amores Clandestinos, del Amor Austero, Pasaje de la Sombra son partes de una ciudad mucho más linda que la que se llama Hernán Gómez, Ramón de Santiago, José María Guerra.

No hay nada acá contra los nombres propios. Hay varios de gran sonoridad: Estero Bellaco o Camino Santos Dumont, incluso. Pero están mucho más vivos esos barrios que han esquivado con éxito el afán notarial del Nomenclator y llevan en sus calles nombres de países, por ejemplo, o de estrellas.

Donde termina Camino Maldonado la gente anda por Capricornio entre Acuario y Sagitario; Centauro; Osa Mayor; recorre la Avenida de los Astros (que es paralela a Capricornio pero llega hasta Tauro); Urano 2017, Plutón donde Perseo hace esquina con Leandro Gómez. Aparicio Saravia atraviesa a Leonardo da Vinci y llega a morir justo al vértice de Quirón y Perseo.

No sé, hay cosas para hacer, creo. Calle de los Prostíbulos, Sudores Súbitos, Tomkinson, Axilas. Hasta podrían usarse marcas registradas: Nike entre Agua Salus y Canestén. Prefiría hasta que se licitaran públicamente los nombres antes de tener de perderme en calles anónimas, enredado en una maraña de nombres desconocidos de los que probablemente jamás me interese saber quiénes los usaron.

El Nomenclator tiene a sus espaldas la tarea de crear Montevideo y la gente que emanamos de ella como florescencias. No creo que haya mala intención. Es sólo medianía, como digo. No puedo decir lo mismo de los arquitectos.

¡Fuerza Nomenclator, estamos con vos!

3 comentarios:

  1. Todo se transformó en una guía de teléfonos, todo por oscuras motivaciones políticas y mezquinas. Fíjese como borraron del Centro todos los preciosos nombres guaraníes, para poner nombres propios como Ud. indica, gutiérrez, ferreira, patético. A veces, en el afán por nombrar todo con el nombre de fantasmas, nos llevamos lindas sopresas. Mi favorito es Roque Graseras.

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  2. Lo que usted quizás ignora, astllr, es que las calles guaraníes eran en realidad nombres de personajes famosos. Cazadores temerarios, arqueros implacables, chamanes e indias voluptuosas.

    Fue un lindo descubrimiento encontrar, por Punta de Rieles, esos nombres estelares.

    Roque Graseras es de los mejores. Sin duda. También acepto los que incorporan una letra inicial como parte del nombre y se transforman en Martín Semartínez o José Leterra.

    Juan Lindolfo Cuestas es lindo también. (Mejor: Juan Lindolfo de los Reyes Cuestas York).

    Lo de la guía telefónica es contundente.

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  3. Juan Lindolfo se las traía.

    Ahora vi que el Nomenclator mandó un comunicado de que la calle Guayabo pasa a llamarse indefectiblemente GuayaboS. Mis maestras de escuela (en Guayabo y Gaboto) se retuercen en la tumba.

    Luego otro boludo dijo algún tiempo atrás que no podía haber una calle Sarmiento POR ENCIMA de Bulevar Artigas. Por el puente, no? Porque nada podía estar por encima del prócer.

    No debe existir ciudad en el mundo donde las calles cambien de nombre constantemente, es como barajar muertos. Entonces tenemos dos avenidas Batlle y Ordóñez, dos plazas Españas... En el país de la simbología a ultranza, los símbolos a veces se repiten.

    Y haber eliminado a Dante del Nomenclator! qué tarados más grandes! En lugar del libro de arena es la ciudad de arena, qué calle me dijo? no la encuentro por ningún lado.

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