domingo, 21 de marzo de 2010

9 de marzo


Al final de cuentas, los verdaderos héroes
acaban siendo hombres.

Al deslizar hacia abajo la cremallera, la chica descubrió un triángulo de piel oscura en contraste con el algodón blanco de sus braguitas, arrastradas por los tejanos cuando se desembarazó de ellos; y sus piernas largas, bronceadas, extendidas sobre la cama, dejaron aCorso –a los dos Corsos– sin aliento igual que habían dejado a Rochefort sin dientes. Ella levantó después los brazos para quitarse la camiseta; lo hizo con absoluta naturalidad, sin coquetería ni indiferencia, manteniendo en él sus ojos tranquilos y dulces hasta que la camiseta le cubrió la cara.

A partir de ese momento supo él, con absoluta certeza, que no iba a poder. Fue una de esas intuiciones lúgubres que preceden a algunos acontecimientos y los marcan, antes incluso de que se produzcan, con signos premonitorios del desastre inevitable. Dicho de modo más prosaico: mientras enviaba el resto de su ropa a reunirse con el gabán arrojado a los pies de la cama, Corso comprobó que la inicial erección provocada por las circunstancias se hallaba en franco retroceso. Verdes las iban a segar. O como habría dicho el tatarabuelo bonapartista, La Garde recule. Del todo. Aquello le produjo una súbita angustia, aunque confió en que, de pie como estaba en el contraluz de la puerta, su estado de inoportuna flaccidez pasara desapercibido. Con infinitas precauciones se tumbó boca abajo junto al cuerpo tibio y moreno que aguardaba en la penumbra, para utilizar lo que, sobre el barro de Flandes, el Emperador habría llamado aproximación táctica indirecta: tanteo del terreno desde la media distancia y ausencia de contacto en la zona crítica. Desde aquella prudente posición intentó concederse un poco de tiempo por si llegaba Grouchy con los refuerzos, acariciando a la chica y besándola sin prisas en la boca y el cuello. Pero nada de nada. Grouchy no aparecía por ninguna parte; aquel soplador de vidrio andaba a la caza de prusianos, lejos del campo de batalla. Y la angustia de Corso se trocó en pánico cuando la chica se estrechó contra él, introdujo un muslo firme, perfecto y cálido entre los suyos, y pudo percatarse de la magnitud del desastre. La vio sonreír un poco, algo desconcertada. Una sonrisa de aliento del tipo bravo campeón, sé que puedes hacerlo. Después lo besó con extraordinaria dulzura mientras alargaba una mano voluntariosa, dispuesta a mejorar el asunto. Y justo cuando sintió el contacto de la mano en el epicentro mismo del drama, Corso se vino abajo del todo. Como el Titanic. A pique, sin medias tintas. Con la orquesta tocando en cubierta, y las mujeres y los niños primero. Los veinte minutos siguientes fueron de agonía; de esos en los que uno purga cuanto de malo ha hecho en su vida. Ataques heroicos que se estrellaban contra la imperturbabilidad de los cuadros de fusileros escoceses. La infantería de línea al asalto apenas se vislumbraba una leve posibilidad de victoria. Incursiones improvisadas de cazadores e infantería ligera, en inútil deseo de sorprender al enemigo. Escaramuzas de húsares y pesadas cargas de coraceros. Pero todos los intentos conocieron idéntica suerte: Wellington se choteaba en aquel pueblecito belga inalcanzable, mientras su gaitero mayor tocaba la marcha de los Escoceses Grises en las narices de Corso, y la Vieja Guardia, o lo que quedaba de ella, lanzaba desorbitadas miradas de soslayo, apretados los dientes y sofocado el aliento contra las sábanas, al reloj que para su desgracia conservaba en la muñeca. A Corso le caían desde la raíz del pelo, por la nuca, gotas de sudor como puños. Y miraba con ojos extraviados a su alrededor, por encima del hombro de la chica, buscando desesperadamente una pistola para pegarse un tiro.

Ella dormía. Con infinitas precauciones para no despertarla alargó la mano hasta el gabán en busca de un cigarrillo. Después de encenderlo, incorporado sobre un codo, se quedó mirándola. Estaba boca arriba, desnuda, la cabeza hacia atrás sobre la almohada manchada de sangre ya seca, respirando con suavidad por la boca entreabierta. Seguía oliendo a fiebre y a carne tibia. A la luz indirecta del cuarto de baño que la perfilaba en luces y sombras, Corso admiró su cuerpo inmóvil, perfecto. Aquello, se dijo, era una obra maestra de la ingeniería genética; y se preguntó qué mezcla de sangres, o de enigmas, saliva, piel, carne, semen y azar, se había concitado en el tiempo para reunir los eslabones de la cadena que culminaba en ella. Todas las mujeres, todas las hembras creadas por el género humano estaban allí, resumidas en aquel cuerpo de dieciocho o veinte años. Acercó una mano para acariciar con la punta de los dedos el pequeño triángulo rizado allí donde la piel era un poco más clara, entre los muslos donde él fue incapaz de vivaquear de un modo canónico. La chica había encajado la situación con talante impecable, sin darle mayor importancia y dejando que el asunto derivase hacia un juego ligero y cómplice cuando por fin comprendió que, por parte de Corso y en aquel asalto, no iba a haber más cera que la que ardía. Eso tuvo la virtud de relajar el ambiente; o al menos impidió que él, a falta de un arma de fuego –¿acaso no se remataba a los caballos?– se arrojara contra el pico de la mesa de noche, dando cabezazos hasta romperse la crisma; alternativa que llegó a considerar en su ofuscación y sólo pudo descartar, a medias, atizándole un disimulado puñetazo a la pared que a punto estuvo de fracturarle los nudillo; eso hizo que ella , sorprendida por el brusco movimiento y la repentina tensión de su cuerpo, lo mirase sobresaltada. Lo cierto es que el dolor y los esfuerzos por no soltar un aullido calmaron un poco a Corso, que reunió además la presencia de ánimo suficiente para esbozar media sonrisa crispada y decirle a la chica que aquello solía ocurrirle sólo las treinta primeras veces. Se había echado a reír abrazada a él, besándole los ojos y la boca, divertida y tierna. Eres un idiota, Corso; no me importa nada. No me importa en absoluto. Aún así, él hizo lo único que a aquellas alturas podía hacerse: una faena de aliño minuciosa, con dedos hábiles en el lugar idóneo y resultados, si no gloriosos, al menos razonables.

La brasa del cigarrillo iluminaba los dedos de Corso en la penumbra. Retuvo el humo todo el tiempo que pudo en los pulmones y luego lo expulsó de golpe, viendo cómo se materializaba en el aire al cruzar el segmento de luz sobre la cama. Se aproximó para oler el cuello tibio, y en ese momento su propio pulso se puso a martillear más fuerte, despertando su carne. Tranquilo, se dijo. Sangre fría y nada de pánico esta vez. Procedamos. Ignoraba cuánto podría mantenerse aquéllo, así que apagó precipitadamente el cigarrillo en el cenicero de la mesa de noche para pegarse a la chica, comprobando que su organismo respondía al estímulo de modo satisfactorio. Entonces le separó los muslos y accedió por fin, aturdido, a un paraíso húmedo, acogedor, que parecía hecho de nata caliente y miel. Notó que la chica se removía, soñolienta, y que sus brazos se le cruzaban alrededor de la espalda aunque no estaba despierta del todo. La besó en el cuello y en la boca, que mantenía un quejido largo e infinitamente dulce, y comprobó que movía las caderas para acoplarse a él y acompasar el movimiento. Y cuando se hundió hasta el fondo de la carne y de sí mismo, abriéndose paso sin esfuerzo hacia el lugar perdido en su memoria de donde, por instinto, procedía, ella había abierto ya los ojos y lo miraba sorprendida y feliz, reflejos verdes a través de las largas pestañas húmedas. Te amo, Corso. Teamoteamoteamoteamo. Te amo. Después, en algún momento, él tuvo que morderse la lengua para no decir idéntica gilipollez.

«El Club Dumas»
Arturo Pérez-Reverte

20 comentarios:

  1. ahora es un blog porno, Z?

    ponga un texto sobre un becerro, haga el favor

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  2. Por qué será que no me acuerdo de esta parte?

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  3. Tiene alguna definición de porno, sokón, usted que es un exquisito del tema?

    Debe haber visto la película en vez, Candelaria.

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  4. lei el libro primero, pero no me acordaba de esa parte.

    la pelicula no me gustó.

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  5. WOW, cambio de look, zeta?? quedó bueno... pero por qué el parlamento ingles? alguna razón en especial o sólo le gustó la foto?

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  6. no sabría decirle, Z. quemé mi diccionario de la RAE y ahora no tengo donde buscar definiciones

    firma: sokon (exquisito en los temas del porno y las definiciones)

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  7. Habrá notado que Verba ha sido grave, presuntuoso, desesperado, y más cosas. Ahora, somos alegremente superficiales. Me gustó la foto (en realidad prefería una del parlamento polaco, pero no había).

    Mire sokón, acá le pongo:
    pornografía
    f. Género artístico que muestra con detalle escenas de carácter sexual para excitación de quien las contempla:
    la frontera entre pornografía y erotismo es muy subjetiva.

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  8. me alegra que mi ignorancia sirva para instruirlo, Z

    ¿se da cuenta lo que ud. aprendería si yo supiera algo de alguna cosa? ;-)

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  9. superficiales y alegres??? Nooooo, Zeta!!!!!! Pero qué lo llevó a dar ese vuelco tan intempestivo????

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  10. hace bien. Quien añade conocimiento, añade dolor... un poco de indolente y feliz ignorancia siempre viene bien.

    Acompañaremos su cambio con alegres contemplaciones triviales del entorno y desde ya, sepa disculpar el desnorteado comentario del post anterior.

    Me gusta el cambio, lo que sí noté es que los textos se van sumergiendo en la más profunda negrura del Támesis. Contrasta un poco con lo alegre y superficial del asunto... pero son detayes, como dice un buen amigo.

    Salud!

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  11. Reconfortantemente precisa la observación, Circe.
    No he podido evitar que los textos vayan sumergiéndose en tales abismos. Sin embargo, lo superficial es breve, así que esto puede cambiar.

    Le cuento que este ensayo de cambio de escenario no fue meditado, sólo quise probar una nueva funcionalidad de blogger (a la que se tiene acceso a través del sitio draft.blogger.com
    Allí se agrega la opción de Diseñar Plantillas.
    Ya iremos cambiando, fieles a una inconstancia laboriosamente erigida.

    Y nada tiene que disculparse por sus comentarios en el anterior post. Todo lo contrario. Después de todo, aún no éramos superficiales.

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  12. Z, hace mucho ud. insistía en que en algún momento del coito -de cualquier coito- aparece el amor aunque más no sea fugazmente. El final del texto remite a esa idea, no le parece?

    Me gustaría que nos contara algo más de esas opiniones suyas a la luz de este texto.

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  13. Ahhhh! Se refiere a uno de los memorables Diálogos livianos en la barbacuede Sócrates Muniz!

    Pero quien afirmaba, en esa ocasión, que hay un momento en el sexo en el cual aparece el amor, era el entrevistado.

    Es cierto que Pérez-Reverte sugiere lo mismo, aquí. Y con respecto a mí... qué quiere que le diga... a mí me convencieron.
    El que empezó a convencerme fue astllr cuando me dijo (no sé con qué intenciones) que el sexo es una mezcla de amor y morbo. (Amor y morbo es un buen título).

    A propósito sokon, hoy pasé por puroverso y abrí al azar una novela de nick carter. El tipo estaba desaconsejando al lector agenciarse una secretaria ninfómana. Si bien al principio puede ser muy divertido, decía, al poco tiempo es agobiante. (Nick Carter estaba llegando a la oficina y se escuchaba ruido de bidet.)

    El otro día encontré un fragmento de otra entrevista de Sócrates. Voy a ver si la cuelgo, aunque non esté completa.

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  14. Permiso, espero no llegar muy tarde. Este pasaje de Pérez-Reverte (no hay cómo leerte) me confirma que puede incluso escribir peor de lo que yo pensaba.

    Pero lo que me interesa es lo de la definición de la pornografía y lo del amor fugaz en el coito (amor infinitesimal alors para los eyaculadores precoces). Apele a su diccionario íntimo Sokón, vamos. La definición de Zeta me recuerda una entrevista a un pornógrafo que insistia: "yo no soy un artista, soy un pornógrafo". Amor, morbo y Rock'n'Roll me suena mejor.

    Superficial y alegre.. difícil evacuar la atalaya, amigo, no venga con cuentos chinos.

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  15. Me encantan cuando odia a algún escritor o músico, jahey! Es muy bueno.

    Tuvimos una época de dan brown, creo haber leído por ahí algo de vilmapala y ahora arturito. Le recomiendo «El pintor de batallas».

    Mientras esperamos a sokón, voy a buscarle otra definición de porno.

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  16. Y nunca le conté lo que pienso sobre Paulo Coelho, Jorge Bucay u Osho. Pero para seguir en literatura, los últimos vómitos incluyen a Federico Andahazi y al Ruiz Zafón (podría haberse dedicado a imitador de lechuzas, pero no, al tipo se le dio por escribir). El pb. no es que sean best sellers, "la soledad de los números primos" no está tan mal, "firmin" me gustó y "el médico" se deja, por ejemplo. Además de haber leído casi todo Nothomb o Modiano (más bien ligerito pero al menos bien escrito). Pero por ahí le sale una Isabel Allende y la primera reacción consiste en pensar en la motosierra.

    Espero la definición entonces.

    Con respecto al libro, la batalla seria abrirlo. Deje.

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  17. Sólo por azuzarlo voy a salir a defender a algunos.
    Mire, Cohelo (con h aspirada) me hizo hacer el Camino de Santiago. Osho, pobre, no escribió nada. Son sus apóstoles quienes curran con él. «La sombra del viento» me gustó mucho; lo leí con la misma fruición que el código da vinci, y tiene personajes que son más que caricaturas baratas.
    Nothomb es divertida, si uno no le pide mucho.

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  18. que placer encontrarlo jahey!

    ahí va, mi definición se apoya en sus palabras: la pornografía es el género que trata sobre evacuar la atalaya

    no joda que le gustó la soledad de los números primos! sabe, a mi me gustó pero porque pude relacionar mucho de mi vida con algunas cosas. tuve una compañera anoréxica en el liceo (pero era la popular, la que hacía las fiestas, los bailes) y no, no abandoné a una hermana pero abandoné alguien, si. después hubo veces que soñaba que volvía a encontrarlo.

    demoré en contestar pero solo porque estaba en playa grande de vacaciones

    acá entre nos, ahora sokon solamente lee las novelas de autores rioplatenses contemporáneos que se convirtieron en películas: un lugar lejano (de butazzoni), el corredor nocturno (de burel)

    notese que es un tema interesante para un relato fantástico hacer una crónica sobre todos los autores rioplatenses contemporáneos que se convirtieron en películas y las cirucunstancias de tales hechos tan peculiares

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  19. no lea a burel, sokón, por favor!

    la soledad de los números primos está ok (si eso es un elogio...)

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Si la curiosité t'amene ici, va-t-en! Il en est temps encore.